Amún y el Misterio de las Pirámides



En el antiguo Egipto, la tierra de los faraones y las esfinges, vivía un niño curioso llamado Amún. Desde muy pequeño, Amún se había sentido fascinado por las majestuosas pirámides que se alzaban en el horizonte de su hogar. Pero había algo que lo atormentaba: ¿quién había construido aquellas maravillas tan grandes y misteriosas?

Una mañana, mientras paseaba por el mercado, Amún decidió que debía encontrar respuestas. Se acercó a un anciano que comerciaba con estatuillas de dioses y le preguntó:

"¡Hola, abuelo! ¿Sabés quién construyó las pirámides más grandes?"

"Ah, joven Amún, esa es una pregunta que muchos se han hecho a lo largo de los años. Pero, ¡escuchame! El verdadero misterio está en aquellos que trabajaron para levantarlas", respondió el anciano, con una sonrisa profunda que parecía esconder secretos.

Intrigado, Amún siguió su camino hasta que se encontró con su mejor amigo, Kaïru. Atraído por la emoción de Amún, Kaïru le pidió:

"¿Qué te pasa, Amún? Estás más pensativo que de costumbre."

"Me pregunto quiénes fueron las personas que construyeron las pirámides. Quiero descubrirlo", contestó con fervor.

Decididos a encontrar respuestas, los amigos se adentraron en la ciudad. Preguntaron a los artesanos, a los agricultores y a los comerciantes, y cada uno de ellos aportaba diferentes piezas al rompecabezas. Pero había una persona que parecía tener la clave: un sabio arquitecto llamado Menkaura, famoso por sus conocimientos de matemáticas y geometría.

Después de un largo recorrido, finalmente encontraron a Menkaura, quien estaba sentado en la sombra de una gran palmera, con su tablero de dibujos. Amún se acercó tímidamente:

"Excuse, maestro Menkaura, ¿podés contarnos sobre la construcción de las pirámides?"

"Claro, pequeños curiosos. Pero primero, ¿qué creen que se necesitó para hacerlas?"

Amún pensó un momento y respondió:

"Se necesita mucho esfuerzo y muchos trabajadores. Faraones y…"

"¡Correcto!" interrumpió Menkaura. "Se necesitaron miles de hombres, pero no solo eso, también se necesitó la habilidad de arquitectos, la fuerza de los obreros y la dedicación de cada uno."

Kaïru, emocionado, preguntó:

"¿Y cómo sabían cómo hacerlas tan grandes?"

"La geometría y el conocimiento del espacio son fundamentales. Además, cada piedra debía ser tallada y transportada con precisión. Las estrellas guiaban a nuestros antepasados y se usaban como guía para alinearlas."

Amún estaba asombrado. La respuesta era mucho más grande de lo que había imaginado. Pero había un giro más por descubrir. Menkaura les reveló un secreto:

"¿Saben? La verdadera historia de las pirámides no solo reside en su construcción, sino en el amor y la colaboración de todas las personas que participaron."

Con un brillo en los ojos, Amún replicó:

"¿Entonces todos, incluso los más humildes, también son parte de su grandeza?"

"Exactamente. Cada trabajo, cada mano que ayudó, cuentan. Así como el río Nilo donde todos se congregan, cada uno de ustedes aporta en conjunto. Esta es la verdadera lección de nuestras pirámides: unión y esfuerzo colectivo."

Inspirados por esta revelación, Amún y Kaïru decidieron que un día también ellos dejarían su huella en el mundo, trabajando juntos, ayudando y construyendo. Desde ese día, los amigos no solo miraron las pirámides como monumentos, sino como un símbolo de la dedicación y el amor de la gente de Egipto.

Con el pasar de los días, Amún empezó a juntar a sus amigos para construir pequeñas estructuras de arcilla, donde cada uno aportaba su talento, ya sea pintando, moldeando o contando historias. Así nació un pequeño club llamado "Constructores de Sueños".

El tiempo pasó y mientras los demás niños jugaban, Amún y su grupo siguieron trabajando. Pronto, sus humildes creaciones atrajeron la atención de las familias del vecindario, quienes se repartieron entre risas y admiración al ver lo que esos pequeños constructores habían logrado.

La historia de Amún se extendió, y su deseo de saber quién construyó las pirámides se transformó, no solo en un aprendizaje personal, sino en un legado que inspiró a otros. Amún entendió que las pirámides eran un símbolo eficaz para recordar que el verdadero poder de la humanidad yace en la colaboración y el amor por lo que hacemos.

Desde entonces, la curiosidad de Amún lo llevó a descubrir no solo la historia antigua, sino también la esencia de la creación colectiva que vive en el corazón de todoEgipto. Y así, Amún aprendió que cualquier grandeza comienza con una pregunta y se construye con la ayuda de muchos. Su historia continuó, y cada día prometía hacer de su comunidad un lugar mejor, dedicado a construir sueños, juntos.

Y así, en la tierra de los faraones y las esfinges, la curiosidad de un joven niño logró crear ecos de unión y amor que perduran hasta el día de hoy.

FIN.

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