Amy y su gran aventura en el RO7
Era un día soleado en la pequeña ciudad de Villa Velocita, donde vivía una niña llamada Amy. Amy era una apasionada de los coches y soñaba con ser una gran conductora. Su favorita era un hermoso Mazda RX7 que pertenecía a su abuelo. El coche tenía un color rojo brillante y siempre llamaba la atención en la calle.
Un día, mientras jugaba en el garage, Amy vio a su abuelo arreglando el coche.
"¿Puedo ayudarte, abuelo?" - le preguntó emocionada.
"Claro, peque. Pero siempre es mejor aprender a manejar con alguien que sepa mucho sobre coches, como yo" - respondió su abuelo con una sonrisa.
Amy se puso a ayudarlo y, mientras limpiaba el motor, su abuelo le enseñó sobre las partes del coche y cómo funcionaba. Después de trabajar un rato, su abuelo la miró con cariño y le dijo:
"Creo que ya es hora de que empieces a aprender a conducir. ¿Te gustaría dar una vuelta?"
Los ojos de Amy brillaron de felicidad.
"¡Sí, por favor!" - gritó entusiasmada.
El abuelo la subió en el asiento del pasajero y comenzó a enseñarle desde su lugar. Amy escuchaba atentamente todo lo que decía.
"Recuerda, Amy, la seguridad es lo más importante. Siempre usa el cinturón" - le dijo mientras se aseguraba de que ella estuviera bien sujeta.
No pasó mucho tiempo antes de que el abuelo decidiera que era momento de que Amy tomara el volante. Le dio instrucciones y, con mucha emoción, Amy se sentó al volante.
"¡Esto es increíble!" - exclamó mientras el motor rugía.
"Controlalo con suavidad, y no olvides mirar a todos lados" - le aconsejó su abuelo.
Amy empezó a avanzar despacito, pero un giro inesperado la llevó a desviar un poco. Ella, preocupada, le dijo:
"¡Abuelo! Yo creo que me estoy saliendo de la ruta!"
"Ah, eso puede pasar. Recuerda, es parte del aprendizaje. Vuelve a centrarte y sigue el camino" - le dijo, animándola a seguir.
Amy siguió las instrucciones de su abuelo y, poco a poco, comenzó a manejar con más confianza. Sin embargo, cuando creía que todo iba a salir bien, un pequeño perro apareció de repente en medio de la ruta.
"¡Abuelo! ¡Un perro!" - gritó Asustada.
"Frena, Amy, frena!" - le respondió rápidamente.
Amy apretó el freno, y el coche se detuvo a pocos metros del perrito que ahora miraba a Amy con curiosidad. El abuelo dijo:
"Bien hecho, Amy. Siempre es importante estar atenta a nuestro alrededor. Ahora, dejemos que el perrito siga su camino" - mientras sonreía.
Después del susto, Amy se sintió más segura y continuó conduciendo. Disfrutó de la brisa en su rostro y los colores de la naturaleza a su alrededor. Sin embargo, de repente, notaron que el cielo comenzaba a nublarse.
"Uh-oh, parece que va a llover" - dijo el abuelo.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Amy, un tanto angustiada.
"No te preocupes. Vamos a volver al garage antes de que empiece a llover. Recuerda, siempre hay que estar preparados para cualquier situación" - le dijo su abuelo mientras la guiaba.
Con la lluvia cada vez más fuerte, Amy manejó hacia casa con cuidado, evitando los charcos y asegurándose de mantener la distancia con los otros coches. Finalmente, llegaron a casa justo antes de que comenzara a llover con fuerza.
"Lo lograste, Amy. Estoy muy orgulloso de ti!" - le dijo su abuelo con una gran sonrisa.
"¡Gracias, abuelo! Aprendí mucho hoy. Manejar es más divertido de lo que pensé!" - respondió ella con una gran sonrisa.
Y así, Amy volvió a su hogar, llena de alegría y nuevas experiencias. Aprendió que, aunque en el camino hubieran desafíos e imprevistos, siempre podía contar con su abuelo para guiarla. Amy se dio cuenta de que con paciencia, buenas instrucciones y mucho amor, podía superar cualquier obstáculo. Desde ese día, cada vez que veía su coche rojo, sabía que lo que verdaderamente importaba no era solo aprender a conducir, sino también disfrutar del viaje y estar siempre preparada para lo inesperado.
FIN.