Ana Belén y el Misterio de la Oscuridad
En un pequeño pueblo donde los pajaritos cantan y las risas resuenan, vivía Ana Belén, una niña de 7 años con una energía contagiosa. Siempre llevaba consigo una sonrisa que iluminaba los caminos por donde pasaba. A Ana le encantaba la natación y jugar con pelotas, pero tenía un pequeño temor: la oscuridad.
Una tarde, mientras jugaba con sus amigos en el parque, notó algo especial. En la feria de animales que estaba por llegar, había un concurso para crear el mejor refugio para los pajaritos. Sus ojos brillaron y, emocionada, corrió a casa a contarle a su mamá.
"¡Mamá, mamá! Hay un concurso en la feria de animales. Quiero participar y ayudar a los pajaritos. ¡Vamos a hacer el refugio más hermoso del mundo!" -exclamó Ana.
Su mamá, siempre apoyándola, le sonrió y respondió:
"¡Claro que sí, Ana! Pero también vamos a necesitar algunas cosas, como palos, hojas y colores para que quede bien lindo."
Día tras día, Ana y su mamá recolectaron materiales y trabajaron juntas en el refugio. Mientras tanto, Ana se daba cuenta de que ese proyecto la ayudaba a enfrentar un poco su miedo a la oscuridad, porque se imaginaba a los pajaritos durmiendo tranquilos en su refugio cada noche.
Finalmente, llegó el día de la feria. Ana estaba emocionada, pero también un poco nerviosa. Ver tantas luces y gente la hizo sentir un cosquilleo en la panza.
"¿Y si me da miedo la oscuridad en el concurso?", le preguntó a su mamá, con un hilo de voz.
"Siempre puedes recordar lo valiente que sos, Ana. Además, estaré contigo todo el tiempo. Si lo necesitas, cierras los ojos y te imaginas a esos pajaritos felices."
Ana respiró hondo y sonrió. Se sintió un poquito más segura. En la feria, conoció a otras niñas que habían hecho refugios también. Fascinada, empezó a charlar con ellas. Los brillantes colores de los refugios y los encantadores animalitos que paseaban hicieron que todo su miedo se desvaneciera un poco.
Después de ver las maravillas de los demás, Ana dijo:
"¡Quiero que todos los pajaritos tengan un lugar seguro! Tal vez deberíamos juntar nuestras fuerzas y hacer un gran refugio para todos ellos."
Las niñas la miraron sorprendidas:
"¡Qué gran idea, Ana! Pero, ¿tú crees que podremos hacerlo?"
"¡Sí, por supuesto! ¡Con la ayuda de todas nosotras, será fácil!"
Así, las niñas se pusieron a trabajar juntas, uniendo materiales y compartiendo risas. Mientras construían, Ana se dio cuenta de lo hermoso que era compartir su sueño con otras. A medida que la tarde pasaba, la luz del sol se iba escondiendo y el miedo empezó a asomarse de nuevo.
"¡Miren, ya está oscurito!", dijo una de las niñas, y varias se sobresaltaron. Ana cerró los ojos y se acordó de su mamá: "Piensa en los pajaritos, Ana. Ellos nunca tienen miedo." Así que decidió ser valiente.
"Chicas, recordemos que estamos cuidando a los pajaritos. Eso es más importante que nuestras preocupaciones," dijo Ana con firmeza.
Las otras niñas asintieron y, juntas, terminaron el refugio. Finalmente, llegó el momento de presentarlo al jurado.
Una de las juezas sonrió al ver el trabajo de Ana y sus amigas:
"Este refugio es un gran símbolo de amistad y valentía. Todos los pajaritos estarán muy felices aquí. ¡Éste es el ganador del concurso!"
Ana brincó de alegría, y, al mirar a su mamá en la multitud, se sintió muy orgullosa. Había logrado superar su miedo a la oscuridad, había compartido un sueño con amigas y, lo más importante, había encontrado su voz y su valor.
"Gracias a todas! Este refugio es para cada pajarito que lo necesite. ¡Y también es un recordatorio de que juntos somos más fuertes!"
Las niñas aplaudieron y rodearon a Ana con abrazos. Ana Belén ya no tenía miedo. Sabía que siempre podía enfrentar sus desafíos, porque tenía amigos a su lado y un sueño por alcanzar.
Desde aquel día, Ana Belén continuó ayudando a otros niños a ser valientes y a no temer a la oscuridad, porque cada vez que se ponía el sol, siempre había un nuevo amanecer esperando. Y en su corazón, los pajaritos seguían cantando siempre.
FIN.