Ana en la Montaña Encantada


Había una vez una niña llamada Ana, a quien le encantaba viajar en coche. Un día, decidió salir de vacaciones con su familia rumbo a la montaña.

Mientras recorrían el camino, Ana sacó una jugosa manzana de su mochila y comenzó a comerla con alegría. "¡Qué rica está esta manzana!", exclamó Ana con la boca llena. Su mamá sonrió y le dijo: "Recuerda masticar bien para no atragantarte, querida".

Ana asintió y siguió disfrutando de su deliciosa merienda mientras contemplaba el paisaje que pasaba velozmente por la ventana del auto. El sol brillaba en lo alto y las montañas se veían imponentes a lo lejos.

Después de un rato, todos decidieron hacer una parada para estirar las piernas y tomar aire fresco. Ana aprovechó para corretear entre los árboles y jugar un rato antes de subirse nuevamente al auto. Al caer la tarde, llegaron finalmente al refugio en la montaña donde pasarían sus vacaciones.

Todos estaban emocionados por descansar y disfrutar de la naturaleza. Después de cenar juntos, Ana se sintió muy cansada y bostezó sin poder contenerse. "Creo que es hora de ir a dormir", dijo su papá mientras bostezaba también.

Ana se cepilló los dientes rápidamente y se metió bajo las sábanas calentitas de su cama. Cerró los ojos y poco a poco fue quedándose dormida, sumergiéndose en un mundo lleno de sueños maravillosos.

En sus sueños, Ana volaba sobre las montañas como un pájaro libre, explorando cada rincón con asombro. Se sentía feliz y plena, rodeada por la naturaleza en todo su esplendor. Al despertar al día siguiente, Ana recordó su sueño con una sonrisa en el rostro.

Estaba lista para vivir nuevas aventuras durante sus vacaciones en la montaña junto a su familia.

Y así, entre risas, juegos y momentos inolvidables, Ana descubrió que cada experiencia -desde comer una simple manzana hasta volar en sueños- podía convertirse en un hermoso recuerdo que atesoraría por siempre en su corazón.

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