Ana Inés y la Pesadilla Misteriosa



Ana Inés era una niña muy curiosa y llena de energía. Apenas salía de la cama, ya estaba en movimiento: hacía yoga con su mamá en el jardín y luego se sentaba a meditar en una colchoneta azul, sintiendo cómo el sol calentaba su rostro y la brisa le acariciaba el cabello. Era una niña feliz, pero una noche, todo eso cambió.

Mientras dormía, tuvo una pesadilla extraña. En su sueño, un enorme dragón de colores vibrantes estaba tratando de cruzar un río que se estaba secando. Ana Inés podía sentir el miedo que tenía el dragón, pero no entendía bien por qué.

Al despertarse, todavía estaba aterrorizada. Decidió meditar para relajarse y encontrar respuestas. Sin embargo, la imagen del dragón cruzaba su mente una y otra vez. Con el tiempo, se dio cuenta que no podía solucionar el misterio por sí sola.

Fue entonces cuando recordó la historia de la monja vidente del barrio. Todos hablaban de su sabiduría y la forma en que ayudaba a quienes tenían problemas. Después de pensarlo mucho, Ana Inés decidió que era el momento de hacer una visita.

"¿Hola, Ana Inés? ¿Qué te trae por aquí?" preguntó la monja con una sonrisa cálida, cuando la niña llegó a su puerta.

"Tuve una pesadilla sobre un dragón y no puedo dejar de pensar en ello. Necesito entender por qué me siento así", respondió Ana Inés, con la voz un poco temerosa.

La monja la miró fijamente, como si pudiera ver más allá de las palabras.

"Vamos a hacer un ejercicio juntas. Cierra los ojos y respira hondo. Imagínate el lugar más hermoso que puedas."

Ana Inés cerró los ojos y, a pesar de su preocupación, comenzó a imaginar un bosque lleno de flores de colores y árboles altos.

"Ahora, piensa en el dragón", dijo la monja, "¿qué sientes al verlo?"

La niña pensó en el dragón nuevamente. "Siento que está triste porque no puede cruzar el río."

"Y si tuvieras el poder de ayudarlo, ¿qué harías?" preguntó la monja.

Ana Inés se quedó en silencio unos momentos. De repente, una idea brillante le llegó a la mente.

"Podría construir un puente con ramas y flores para que el dragón pueda cruzar sin problemas."

"¡Exactamente!" exclamó la monja, "A veces, nuestras pesadillas son formas de manifestar nuestros deseos de ayudar o transformar algo. El dragón representa una parte tuya que quiere superar un obstáculo."

Ana Inés abrió los ojos, sintiéndose aliviada y un poco más clara sobre lo que debía hacer. Desde ese día, se dedicó a dibujar puentes, bailar y hablar con sus amigos sobre cómo ayudarse unos a otros en los momentos difíciles.

Meses más tarde, cuando la pesadilla volvió, ya no sentía miedo. En lugar de eso, le sonrió al dragón y le dijo: "No te preocupes, ya sé cómo ayudarte. Vamos a construir un puente juntos."

Y así, Ana Inés continuó aprendiendo sobre sí misma, descubriendo que la verdadera magia estaba en el poder de ayudar y ser ayudada. Nunca olvidó su extraña experiencia, pero también supo que cada desafío podría convertirse en una oportunidad para hacer algo bueno.

Con el tiempo, incluso organizó un taller en su escuela donde enseñó a sus amigos a meditar y encontrar soluciones creativas para sus problemas, al igual que la monja.

"Lo mejor de todo es que al ayudar a otros, nos ayudamos a nosotros mismos. ¡Esto es pura magia!" les decía Ana Inés a sus compañeros, mientras todo el mundo reía y aplaudía.

Y así, la historia de Ana Inés se convirtió en una hermosa lección: no hay pesadilla que no se pueda transformar con un poco de amor, creatividad y solidaridad.

FIN.

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