Ana, la amiga solidaria



Ana era una niña muy alegre y simpática que vivía en un hermoso pueblo rodeado de árboles y montañas. Un día, mientras paseaba por la plaza del pueblo, vio a su amiga Sofía sentada en un banco con una mirada triste.

- Hola Sofi, ¿qué te pasa? - preguntó Ana con preocupación.

Sofía suspiró y le contó a Ana que estaba triste porque había perdido su juguete favorito. Ana le sugirió a su amiga que lo mejor sería buscarlo. Juntas recorrieron el parque y los alrededores, revisando cada rincón en busca del juguete perdido, pero no lograron encontrarlo.

A pesar de eso, Ana no se rindió y, con su actitud positiva, le dijo a Sofía: - No te preocupes, amiga, seguramente aparecerá en algún momento. Mientras tanto, ¿por qué no vamos a mi casa a tomar un té? Te hará sentir mejor.

Ellas llegaron a la casa de Ana y, mientras preparaban el té, Ana ayudó a Sofía a recordar los momentos felices que habían compartido. Entre risas y anécdotas, la tristeza de Sofía se fue disipando y su sonrisa volvió a iluminar su rostro.

Después de un rato, el aroma del té inundó la cocina y Ana vertió el agua caliente en las tazas. Tomaron el té juntas, disfrutando de la calidez y la compañía mutua. Sofía se sentía mucho mejor, agradecida por tener a una amiga como Ana.

Desde ese día, Ana y Sofía se convirtieron en expertas buscadoras de tesoros perdidos, y cada vez que alguien en el pueblo necesitaba ayuda, Ana estaba lista para brindar su solidaridad. Y así, entre juegos, risas, y charlas con mates y tés, Ana demostraba que la verdadera amistad consiste en acompañar y alegrar el corazón de los demás.

FIN.

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