Ana y Doris en el Bosque Mágico



La mujer se llamaba Ana y era una exploradora muy curiosa. Desde pequeña, le había encantado descubrir cosas nuevas y aprender sobre el mundo que la rodeaba.

Así que, cuando escuchó hablar del bosque mágico, no pudo resistirse a la tentación de conocerlo. Ana preparó su mochila con todo lo necesario para la aventura: comida, agua, una brújula y un mapa del bosque. Se despidió de su familia y amigos y se adentró en el bosque.

Al principio, todo parecía normal. Árboles altos y frondosos cubrían el cielo, creando sombras frescas bajo los pies de Ana mientras caminaba. Pero pronto empezaron a pasar cosas extrañas.

- ¿Qué es eso? -preguntó Ana al ver un árbol brillante como si estuviera hecho de oro. - ¡Hola! Soy Doris, un duende amistoso -dijo una pequeña voz detrás del árbol. Ana se sorprendió mucho al encontrar a Doris allí. Nunca había visto un duende antes.

Pero rápidamente recordó que estaba en un bosque mágico donde cualquier cosa podía pasar. - Hola Doris, soy Ana -contestó sonriendo-. Estoy explorando este hermoso lugar ¿Me ayudarías? Doris saltó desde detrás del árbol para saludarla.

Con su ayuda, Ana encontró muchas cosas increíbles en el bosque: flores gigantes llenas de colores brillantes; cascadas cristalinas que caían desde lo alto; criaturas extrañas e inusuales que nunca antes había visto. Pero también hubo momentos difíciles durante la aventura.

Una vez, Ana se perdió en el bosque y no pudo encontrar su camino de regreso al campamento. Estaba asustada y sola, pero recordó todo lo que había aprendido sobre la supervivencia durante sus años explorando otros lugares.

- Tengo que mantener la calma -pensó-. Tengo comida y agua suficiente para sobrevivir hasta que encuentre mi camino de vuelta. Ana utilizó su brújula y su mapa para orientarse en el bosque.

Después de caminar durante horas, finalmente encontró una señal familiar que la llevó de regreso al campamento. A partir de ese momento, Ana se sintió más valiente que nunca.

Había superado un gran desafío por sí misma y estaba lista para enfrentar cualquier cosa que el bosque mágico tuviera preparado para ella. Al final del día, cuando Ana regresó a casa con sus amigos y familiares, contó todas las maravillas del bosque mágico y cómo había superado sus temores al estar perdida en él.

- Nunca sabes lo fuerte que eres hasta tener que serlo -dijo Ana sonriendo-. Y gracias a Doris, descubrí cosas increíbles e inusuales.

Desde entonces, Ana visitaría el Bosque Mágico cada año y siempre tendría nuevas aventuras junto a Doris los duendes juguetones y curiosos del lugar.

FIN.

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