Ana y el chico de la otra dimensión


Había una vez una chica llamada Ana, alegre y curiosa, que le encantaba pasear por el parque de la ciudad. Un día soleado, mientras caminaba entre los árboles y las flores, se topó con un chico un poco desorientado.

- ¡Ay! Perdón, no te vi venir -se disculpó Ana. - No te preocupes... ¿Dónde estoy? -preguntó el chico con una mirada confundida. Ana se sorprendió por la extraña pregunta y decidió ayudarlo.

El chico parecía perdido y desubicado en aquel lugar. - Estás en el Parque de las Maravillas. ¿Necesitas ayuda? -respondió amablemente Ana. El chico asintió con timidez y le explicó que venía de un mundo paralelo donde las cosas eran diferentes.

Hablaba de tecnologías futuristas, criaturas mágicas y paisajes increíbles que dejaban a Ana boquiabierta. Intrigada por la historia del chico, Ana decidió acompañarlo en su búsqueda para regresar a su mundo.

Juntos recorrieron el parque en busca de pistas o algún portal mágico que lo llevara de vuelta a casa.

Durante su aventura, conocieron a personajes peculiares como el Hada del Bosque y el Guardián del Tiempo, quienes les brindaron consejos sabios para enfrentar los desafíos que se les presentaban en su camino. - Creo que debemos cruzar el Puente Arcoíris para llegar al Portal Dimensional -sugirió el Guardián del Tiempo con voz grave pero amigable.

Así fue como Ana y el chico emprendieron una travesía llena de obstáculos emocionantes: resolver acertijos mágicos, enfrentar criaturas fantásticas y demostrar su valentía ante las pruebas del destino. Finalmente, tras superar todas las pruebas juntos, llegaron al ansiado Portal Dimensional.

El chico se despidió con gratitud hacia Ana por haberlo ayudado en su viaje extraordinario. - ¡Gracias por tu valentía y bondad! Nunca olvidaré tu ayuda en este viaje tan especial -expresó el chico con emoción antes de cruzar al otro lado del portal.

Ana observó maravillada cómo el chico desaparecía entre destellos brillantes y colores vibrantes. Se sintió feliz de haber vivido esa experiencia única e inolvidable junto a él.

Desde ese día, cada vez que paseaba por el Parque de las Maravillas, recordaba con cariño al chico del mundo paralelo y sonreía pensando en la magia que había compartido con él. Y así comprendió que la verdadera aventura reside en abrir nuestro corazón a lo desconocido y estar dispuestos a ayudar a quienes más lo necesitan.

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