Ana y el desafío de Villa Saber


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Saber, una niña llamada Ana que amaba leer más que cualquier otra cosa en el mundo.

Desde que aprendió a juntar las letras, se sumergía en libros de todo tipo: cuentos de hadas, aventuras en la selva, misterios por resolver y hasta enciclopedias sobre animales exóticos. Un día, la maestra de Ana anunció un concurso de lectura en la escuela.

El premio era una increíble promoción horizontal: ¡un pase exclusivo a la biblioteca del pueblo! Ana estaba emocionada y decidió participar sin dudarlo. El desafío consistía en leer diez libros diferentes en un mes y hacer un resumen creativo de cada uno.

Ana se puso manos a la obra y devoraba los libros con entusiasmo. Pasaban los días y ella iba acumulando resúmenes llenos de colores, dibujos y palabras que resaltaban lo mejor de cada historia.

-¡Ana, estás haciendo un trabajo increíble! -le dijo su mamá mientras le preparaba una merienda. -Gracias mamá, quiero ganar ese pase a la biblioteca -respondió Ana con determinación. Sin embargo, cuando faltaba solo un día para entregar todos sus resúmenes, ocurrió algo inesperado.

Una tormenta azotó el pueblo y cortó la luz durante horas. Ana estaba desesperada porque no podía terminar su última reseña sin luz para ver las páginas del libro.

Pero entonces recordó algo importante: ¡había leído tanto sobre valentía e ingenio en sus libros favoritos! Así que tomó una linterna, se refugió bajo las sábanas de su cama y terminó su último resumen gracias al débil haz de luz que proyectaba la linterna.

Al día siguiente, todos los niños llevaron sus trabajos al colegio para ser evaluados por la maestra. Después de revisar cada uno detenidamente, llegó el momento crucial: anunciar al ganador del concurso de lectura. -Y el premio a la mejor lectora... ¡es para Ana! -exclamó la maestra con una sonrisa radiante.

Ana saltó de alegría y recibió su merecido premio entre aplausos y felicitaciones. Con su pase a la biblioteca del pueblo en mano, corrió hacia allí dispuesta a seguir explorando mundos fantásticos entre las páginas de nuevos libros.

Desde ese día, Ana siguió leyendo con pasión e inspirando a otros niños del pueblo a descubrir el maravilloso mundo que se esconde tras las portadas de los libros.

Y así demostró que cuando se tiene determinación y amor por aprender, no hay obstáculo que pueda interponerse en el camino hacia nuestros sueños más preciados.

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