Ana y el Dragón sin Fuego
En un mundo mágico donde las montañas tocaban el cielo y los ríos brillaban como diamantes, vivía una niña llamada Ana. Ana era curiosa, valiente y soñadora. Siempre imaginaba aventuras más allá de su pueblo, pero lo que nunca imaginó es que una de sus más extraordinarias aventuras comenzaría un día que nunca olvidaría.
Un soleado día de primavera, mientras exploraba el bosque cercano, Ana escuchó un suave gemido que la intrigó. Siguiendo el sonido, se adentró en el bosque y se encontró con un enorme dragón de escamas plateadas, que parecía triste.
- “Hola, ¿por qué estás tan triste? ” - preguntó Ana, acercándose con cautela.
El dragón levantó la mirada y suspiró.
- “Me llamo Drago, y he perdido mi fuego. Sin fuego, ya no puedo volar como antes ni ser el dragón que solía ser.”
Ana, conmovida por la historia de Drago, le preguntó:
- “¿Cómo perdiste tu fuego? ”
- “Una bruja me engañó y me hizo creer que mi fuego era algo malo. Desde entonces, he tenido miedo de encenderlo y lo he perdido.”
Determinado a ayudar a su nuevo amigo, Ana decidió que debían encontrar el fuego de Drago juntos. Así que partieron en una búsqueda mágica. Mientras viajaban a través de bosques encantados y valles cubiertos de flores, Ana y Drago enfrentaron varios desafíos que pusieron a prueba su valentía.
Primero, se encontraron con un río furioso que bloqueaba su camino.
- “¿Cómo cruzaremos? ” - preguntó Ana, mirando las aguas turbulentas.
- “Tal vez podamos construir una balsa,” sugirió Drago.
Con creatividad y trabajo en equipo, usaron ramas y hojas grandes para armar una balsa y cruzar el río. Ana se dio cuenta de que juntos podían superar cualquier obstáculo.
Luego, se toparon con un laberinto de espinas mágicas. Ana, recordando las historias de su abuela, recordó que el laberinto podía ser recorrido si mantenían la calma.
- “Caminemos despacio y no perdamos la fe,” dijo Ana, y con su liderazgo, encontraron la salida.
Por fin, llegaron a la montaña donde se decía que habitaba la bruja que había robado el fuego de Drago. El aire era espeso y oscuro, y Ana sintió un escalofrío.
- “¿Estás seguro de que quieres seguir? ” - preguntó Drago, un poco asustado.
- “Sí, no podemos dejar que el miedo nos detenga. Tú mereces recuperar tu fuego,” respondió Ana con determinación.
La bruja, al verlos, rió con malicia.
- “¡¿Qué están haciendo aquí, unos simples niños y un dragón sin fuego? ! ¿Creen que pueden vencerme? ”
Ana tomó un profundo respiro y se armó de valor.
- “Podemos ser pequeños, pero la valentía no se mide en tamaño. No dejaremos que el miedo te controle.”
Drago, al ver la valentía de Ana, se sintió inspirado.
- “¡Sí! Te enfrentaremos juntas! ”
La bruja, confundida por la valentía de Ana y Drago, decidió retarlos a un último desafío: un acertijo que, de resolver, devolvería el fuego a Drago.
- “Soy algo que no puedes tocar, pero a veces puede lastimarte. Soy ligero como una pluma, pero puedo ser más difícil de llevar que una gran piedra. ¿Qué soy? ”
Ana pensó profundamente y, de repente, una idea brillante apareció en su mente.
- “¡Eres el miedo! ”
La bruja se quedó en silencio. Con la respuesta correcta, una luz brillante llenó la cueva y, ante sus ojos, un fuego mágico surgió de las manos de la bruja, flotando hacia Drago.
- “Esto es tuyo, valiente dragón. Ahora recuerda lo que aprendiste sobre el miedo,” dijo la bruja mientras desaparecía.
Drago sintió que su esencia regresaba y, al alzar el vuelo por primera vez en mucho tiempo, un soplo de fuego brotó de su boca, formando un arcoíris en el cielo.
- “¡Lo hice! ¡Lo tenemos! ” - exclamó, llenándose de alegría.
Ana sonrió
- “Siempre supiste que lo llevabas dentro, Drago. Solo necesitabas recordar.”
Desde ese día, Drago y Ana se volvieron inseparables. Juntos, volaban por los cielos, ayudando a otros que necesitaban encontrar su fuego, recordando siempre que el verdadero valor y la magia están en enfrentar los miedos y apoyarse mutuamente.
Así, en el mágico mundo de Ana y Drago, la amistad y el coraje se convirtieron en el fuego que iluminó sus vidas.
Fin.
FIN.