Ana y el payaso salvador
Había una vez una niña llamada Ana, a quien le encantaba el carnaval. Cada año, esperaba con ansias la llegada de esta festividad llena de color y alegría. Pero este año, algo inesperado sucedió.
El día del carnaval finalmente llegó y Ana estaba muy emocionada. Su mamá la ayudó a disfrazarse de mariposa y juntas salieron a disfrutar del desfile en la ciudad.
El bullicio de la música, los trajes brillantes y las risas llenaban el aire mientras Ana se sumergía en la fiesta. Bailó y cantó junto a otros niños, pero sin darse cuenta, poco a poco fue perdiendo de vista a su mamá entre la multitud.
Cuando Ana se dio cuenta de que estaba sola, comenzó a sentirse asustada. No sabía qué hacer ni cómo encontrar a su mamá entre tantas personas desconocidas. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.
En ese momento apareció un payaso llamado Tristón que vio el rostro lloroso de Ana. Se acercó rápidamente para consolarla. "- ¿Qué te pasa, pequeña mariposa? ¿Por qué estás tan triste?", preguntó Tristón con ternura. Ana le contó lo que había sucedido y Tristón decidió ayudarla.
"- No te preocupes, tengo un plan infalible para encontrar a tu mamá", dijo Tristón con confianza. Tristón llevó a Ana hasta una pequeña colina desde donde podían ver todo el desfile.
Le explicó que si subían allí podrían tener una mejor visión de la multitud y así encontrar a su mamá más fácilmente. Ana se sintió un poco mejor al seguir el consejo del payaso.
Juntos subieron a la colina y observaron atentamente cada rostro que pasaba por delante de ellos. Pero, desafortunadamente, no lograban encontrar a su mamá. Justo cuando Ana estaba a punto de perder la esperanza, Tristón tuvo una brillante idea. "- ¡Espera! ¿Recuerdas cómo estaba vestida tu mamá?", preguntó emocionado.
Ana asintió con tristeza y describió el hermoso vestido amarillo que llevaba su madre. Tristón sonrió y le dijo: "- Vamos a buscar ese color en todas las personas que pasen frente a nosotros". Así empezaron a mirar detenidamente cada persona con ropa amarilla.
Pasaron minutos interminables hasta que finalmente vieron una mujer con un vestido amarillo caminando apresurada entre la multitud. "- ¡Esa es mi mamá!", gritó Ana emocionada mientras corría hacia ella.
La madre de Ana también había estado buscándola desesperadamente y cuando vio a su hija correr hacia ella, sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría. Se abrazaron fuertemente y prometieron nunca separarse nuevamente en medio de tanta gente.
"- Gracias, Tristón", dijo Ana con gratitud mientras le daba un abrazo al payaso. Tristón sonrió felizmente. "- De nada, pequeña mariposa. Recuerda siempre mantener la calma y buscar soluciones cuando te enfrentes a situaciones difíciles".
Desde aquel día, Ana aprendió la importancia de estar atenta y cuidar de sí misma en lugares con mucha gente. También valoró aún más el amor y la compañía de su mamá.
Y así, Ana disfrutó del resto del carnaval junto a su madre, sabiendo que había aprendido una valiosa lección gracias a Tristón, el payaso que le enseñó a encontrar soluciones incluso en los momentos más difíciles.
FIN.