Ana y el Proyecto Estrella Brillante
En la ciudad de Piedecuesta había un colegio llamado “Estrella Brillante”. En este colegio, la diversidad era su mayor tesoro. Niños y niñas de diferentes edades, orígenes y habilidades compartían aulas y aprendizajes. Entre ellos, se encontraba Ana, una niña de 9 años que siempre llevaba una sonrisa en el rostro y una mochila llena de sueños.
Un día, la profesora Laura anunció un proyecto especial para toda la clase: crear un mural que reflejara la diversidad del colegio. Ana, emocionada, se levantó de su asiento.
"¡Esto va a ser genial! Podemos mostrar cómo somos todos diferentes pero unidos."
Todos los compañeros asintieron con entusiasmo. Decidieron organizarse por grupos según sus talentos. Ana, quien amaba dibujar, se unió a Martín, que siempre tenía buenas ideas, y a Carina, que era una artista nata.
El primer día de trabajo fue caótico. Cada grupo tenía su propia visión y a veces las ideas chocaban.
"Yo creo que deberíamos dibujar algo colorido. ¡Como un arcoíris!", propuso Ana.
"Pero el arcoíris sólo es un símbolo. ¡Necesitamos algo más grande!", dijo Martín.
"¿Y si hacemos un fondo de arcoíris y sobre él dibujamos otras cosas?", sugirió Carina.
Las discusiones se volvían cada vez más intensas y Ana se sintió frustrada. "No llegaríamos a ningún lado" pensó.
Esa tarde, Ana decidió ir al parque a despejar su mente. Mientras se sentaba en un banco, observó a los niños jugar. Algunos estaban en sillas de ruedas, otros usaban gafas, mientras que otros simplemente bailaban con alegría. De repente, se dio cuenta de algo muy importante:
"¡La diversidad está en todas partes!", exclamó Ana, recordando el mural.
De vuelta en el colegio, reunió a sus compañeros y compartió su idea:
"¡Podemos representar la diversidad incorporando lo que cada uno de nosotros es! Arcoíris de fondo, pero también un niño en silla de ruedas, y una niña que baila con su vestido brillante."
Todos comenzaron a entusiasmarse con la idea y, aunque todavía había desacuerdos, esta vez decidieron trabajar sobre sus diferencias. Así, cada grupo aportó su propio diseño: Martín dibujó a su hermana que juega al fútbol, Carina retrató a su abuela pintando, y Ana dibujó a un grupo de amigos abrazándose.
Cuando el mural estuvo terminado, fue todo un éxito. Cada personaje representaba un niño del colegio, lo que demostró que a pesar de nuestras diferencias, todos somos parte de algo más grande.
"Esto es increíble, nos hemos entendido a través de nuestras diferencias", dijo Martín mientras miraba el mural.
El día de la presentación llegó. Todos los padres y autoridades estaban invitados. Ana, con un poco de nervios, tomó el micrófono y contó cómo había surgido el proyecto.
"Hoy aprendimos que cada uno de nosotros es especial y que trabajando juntos, podemos crear algo hermoso."
El aula estalló en aplausos, y la profesora Laura se secó una lágrima de orgullo.
"Chicos, esto es sólo el principio. Lo que hicimos aquí puede servir para otros proyectos en el futuro. ¡Sigamos aprendiendo unos de otros!"
Cuando llegó el final del año escolar, el mural permaneció en la entrada del colegio, recordando a todos que la diversidad es la verdadera estrella brillante de
“Estrella Brillante”. Y así, todos los años, nuevos niños se unían a la escuela y el mural se ampliaba, reflejando la valiosa lección que Ana y sus amigos habían aprendido:
"Juntos, somos más fuertes y hermosos, así como somos completos en nuestra diversidad."
FIN.