Ana y el sabio de la noche


Había una vez una niña llamada Ana que vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques. A pesar de ser valiente y aventurera, Ana tenía un miedo secreto: le temía a la oscuridad.

Cada noche, cuando llegaba la hora de dormir, Ana se sentía inquieta. El oscuro cielo estrellado y las sombras proyectadas por los árboles la asustaban. Intentaba contar ovejitas para conciliar el sueño, pero su mente siempre se llenaba de pensamientos temerosos.

Un día, mientras caminaba por el bosque con su perro Lucas, Ana encontró a un viejo sabio sentado bajo un árbol. El sabio tenía una sonrisa amable y unos ojos brillantes como estrellas. "Hola, niña valiente", dijo el sabio.

"¿Qué te trae por aquí?"Ana miró alrededor antes de responder tímidamente: "Tengo miedo a la oscuridad". El sabio asintió comprensivamente y le dijo: "El miedo es algo natural, todos lo tenemos en algún momento.

Pero debes recordar que dentro de ti hay una fuerza más grande que tus temores". Ana frunció el ceño confundida. "¿A qué te refieres?", preguntó. El sabio sonrió y extendió sus manos hacia ella.

"Cierra los ojos e imagina tu miedo como si fuera una criatura pequeña y vulnerable". Ana cerró los ojos obedientemente e imaginó al miedo como un animalito indefenso. —"Ahora" , continuó el sabio, "imagina otra criatura dentro tuyo que sea fuerte y valiente. Esta criatura es tu coraje".

Ana abrió los ojos y se sorprendió al ver una imagen de sí misma, pero como una versión más valiente y segura.

El sabio le explicó: "Cuando sientas miedo, recuerda que dentro de ti hay un coraje infinito que puede enfrentar cualquier obstáculo. Solo necesitas encontrarlo y confiar en él". Ana asintió, decidida a superar su miedo. Esa noche, cuando llegó la hora de dormir, Ana cerró los ojos e imaginó a su miedo pequeñito.

Luego, imaginó a su coraje creciendo dentro de ella. "No tengo por qué temerle a la oscuridad", murmuró para sí misma mientras respiraba profundamente. Poco a poco, el miedo fue desapareciendo y Ana se sintió tranquila.

Se durmió con una sonrisa en el rostro. A partir de ese día, Ana decidió enfrentar sus miedos con valentía. Cada vez que sentía temor, recordaba al sabio y buscaba en su interior esa fuerza inquebrantable que todos tenemos.

Con el tiempo, Ana dejó atrás su miedo a la oscuridad y descubrió un mundo lleno de aventuras nocturnas. Ahora podía disfrutar caminatas bajo las estrellas sin sentirse atemorizada.

La historia de Ana se volvió famosa en el pueblo y muchas otras personas comenzaron a enfrentar sus propios miedos inspiradas por ella. Así fue como Ana aprendió que no hay nada más poderoso que el coraje que llevamos dentro.

Y aunque los temores puedan parecer grandes e intimidantes, siempre podemos encontrar la valentía para superarlos y vivir una vida llena de aventuras.

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