Ana y el secreto de Letrópolis



En un lejano pueblo llamado Letrópolis, todas las palabras que los niños escribían y leían tenían una característica muy especial: siempre contenían la vocal —"a" .

Esta peculiaridad hacía que la vida en Letrópolis fuera muy diferente a cualquier otro lugar del mundo. Los habitantes de Letrópolis vivían felices y orgullosos de su singularidad. Los padres enseñaban a sus hijos desde pequeños a amar las palabras y a jugar con ellas.

Había un parque lleno de libros gigantes donde los niños jugaban a trepar por las letras y formar palabras nuevas. Un día, llegó al pueblo una niña llamada Ana, quien se sentía un poco diferente al resto de los niños.

A pesar de ser nueva, Ana rápidamente se hizo amiga de todos y comenzó a descubrir el mágico mundo de las palabras en Letrópolis. - ¡Hola, soy Ana! -se presentó la niña con entusiasmo.

- ¡Bienvenida, Ana! ¿Te gusta jugar con las palabras? -preguntó Lucas, uno de los niños del pueblo. - Sí, me encanta leer y escribir. Pero noté que todas las palabras aquí tienen la letra —"a"  ¿por qué será? -preguntó curiosa Ana.

Los niños explicaron a Ana la historia del origen de Letrópolis y cómo la vocal —"a"  había llegado al pueblo para quedarse. Le contaron sobre el hechizo mágico que había sido lanzado muchos años atrás por una hada buena que quería regalarles el don de la palabra escrita.

Entusiasmada por aprender más sobre este mundo tan especial, Ana decidió explorar cada rincón de Letrópolis en busca de nuevos secretos escondidos entre las letras.

Pronto descubrió que detrás de cada palabra había una historia por contar y que podía crear mundos enteros con tan solo juntar algunas letras. Un día, mientras paseaba por el parque de libros gigantes, Ana encontró un libro antiguo con páginas en blanco.

Sin dudarlo, tomó un lápiz y comenzó a escribir su propia historia llena de aventuras y magia. Con cada palabra que surgía en el papel, sentía cómo su imaginación volaba libremente hacia lugares desconocidos. - ¡Miren lo que encontré! -exclamó Ana mostrando su creación a sus amigos.

- ¡Es increíble! Tienes un talento especial para las palabras -elogió Lucas emocionado. Desde ese día, Ana se convirtió en la narradora oficial del pueblo. Todos los días inventaba cuentos maravillosos que entretenían e inspiraban a grandes y chicos por igual.

Su pasión por las palabras contagió a cada habitante de Letrópolis, quienes aprendieron a valorar aún más el poder transformador de la escritura.

Y así fue como en Letrópolis, donde siempre brillaba la vocal —"a" , los niños descubrieron que no importa cuál sea la letra protagonista si se tiene creatividad y amor por las historias para contar.

Porque al final del día, lo importante no son solo las letras en sí mismas, sino todo lo que pueden llegar a significar cuando se combinan adecuadamente para dar vida a mundos infinitos llenos de posibilidades.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!