Ana y la lluvia
Había una vez un pequeño pueblo en las montañas llamado "El Refugio". Este pueblo solía tener días soleados y agradables, pero hoy no era uno de esos días.
En lugar de eso, estaba lloviendo y el cielo estaba oscuro y nublado. Los habitantes del pueblo estaban preocupados porque la lluvia no parecía detenerse. Algunos estaban preocupados por sus hogares, mientras que otros estaban preocupados por sus cosechas.
Pero había una persona en particular que siempre encontraba la manera de ver las cosas desde una perspectiva diferente: se llamaba Ana. Ana era una niña curiosa e inteligente que amaba explorar los alrededores del pueblo.
Cuando vio la lluvia, su mente comenzó a divagar sobre todas las cosas interesantes que podrían hacer con ella. Así que decidió reunir a algunos amigos para ir a explorar. -¡Chicos! -gritó Ana-. ¡Vamos a dar un paseo bajo la lluvia! -¿Estás loca? -respondió Juan-.
¡Nos vamos a mojar hasta los huesos! -No seas aburrido -dijo Ana-. La lluvia puede ser divertida si sabes cómo disfrutarla. Juan dudó un momento, pero luego decidió seguir adelante con el plan de Ana.
Juntos salieron al aire libre y corrieron bajo la lluvia como si fuera una aventura emocionante. Mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, descubrieron algo sorprendente: había muchos charcos gigantes formándose en el suelo debido a la lluvia. Entonces se les ocurrió una idea maravillosa.
-¡Vamos a saltar en los charcos! -gritó Ana. Los demás se rieron y comenzaron a saltar en los charcos, chapoteando agua por todas partes. Incluso Juan, que al principio estaba preocupado por mojarse, se unió a la diversión.
Después de jugar durante un tiempo, regresaron al pueblo con una sonrisa en el rostro. A medida que pasaban por las calles del pueblo, notaron que la lluvia había dejado charcos gigantes en todas partes.
Pero esta vez, los habitantes no parecían tan preocupados como antes. De hecho, algunos incluso comenzaron a seguir el ejemplo de Ana y sus amigos. Pronto todo el pueblo estaba saltando y jugando bajo la lluvia.
Y aunque seguía lloviendo sin parar, nadie parecía molesto o triste. Al final del día, cuando todos volvieron a casa empapados pero felices, Ana les recordó algo importante:-La lluvia puede ser aburrida si te enfocas solo en sus aspectos negativos.
Pero también puede ser divertida si aprendes a apreciarla de una manera diferente. Desde ese día en adelante, cada vez que llovía en El Refugio, los habitantes salían para disfrutarla juntos como una comunidad feliz y unida.
Y gracias a Ana y su perspectiva única sobre la vida, nunca más volvieron a ver la lluvia como algo malo o triste.
FIN.