Ana y la valentía de amistad
Había una vez una niña llamada Ana, que era muy tímida pero a la vez tenía un corazón valiente.
Vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y siempre se sentía más cómoda en casa, lejos de las miradas curiosas. Aunque Ana era callada y reservada, su imaginación volaba alto. Pasaba horas dibujando en su cuaderno, creando mundos mágicos llenos de aventuras increíbles.
Pero había algo que anhelaba más que nada: tener amigos con los que compartir sus sueños y vivir esas aventuras. Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo con la cabeza baja, escuchó risas provenientes de un grupo de niños jugando al fútbol.
Ana sintió mariposas revoloteando en su estómago y pensó: "¿Y si me acerco? Tal vez puedan ser mis amigos". Con mucho valor, Ana dio un paso adelante e intentó hablar con ellos. "-Hola... ¿puedo jugar con ustedes?" -dijo tímidamente. Los niños se detuvieron a mirarla sorprendidos.
Algunos murmuraron entre ellos, pero uno de ellos llamado Lucas se acercó a ella y dijo: "-Claro que sí, ¡ven! Necesitamos más jugadores". Ana sonrió tímidamente y se unió al juego.
A medida que pasaban los días, Ana fue ganando confianza poco a poco gracias a la amabilidad de Lucas y sus nuevos amigos. Pero no todo fue fácil para Ana.
Una tarde soleada, mientras exploraban el bosque cercano al pueblo en busca de aventuras emocionantes, oyeron un ruido extraño. "-¿Qué fue eso?" -preguntó Ana, asustada. Lucas se acercó a ella y le dijo: "-No te preocupes, Ana. Aquí estamos juntos y podemos enfrentar cualquier cosa".
Con las palabras de Lucas en su mente, Ana decidió superar su miedo y seguir adelante. Se adentraron en el bosque hasta que finalmente encontraron un cachorrito perdido. Estaba asustado y solo. Ana sintió compasión por el perrito y decidió cuidarlo.
Lo llevó a casa y lo llamó —"Valiente" , porque así era como se sentía cuando estaba cerca de él. A medida que Valiente crecía, también lo hacían la valentía y la confianza de Ana.
Juntos exploraban nuevos lugares del pueblo, ayudaban a los demás e incluso organizaban eventos para recaudar fondos para los animales abandonados del refugio local. Un día, mientras estaban en el parque jugando al fútbol con sus amigos, una niña nueva llamada Sofía se acercó tímidamente. "-Hola...
¿puedo jugar con ustedes?" -dijo con voz temblorosa. Ana recordó cómo había sido ella misma hace algún tiempo atrás y sonrió amablemente antes de decir: "-Claro que sí, ¡ven! Necesitamos más jugadoras".
Desde ese día, Ana supo que su timidez no debía ser un obstáculo para vivir aventuras emocionantes ni hacer nuevos amigos. Aprendió que ser valiente no significaba no tener miedo, sino enfrentarlo con coraje.
Y así fue como Ana pasó de ser una niña tímida a una niña valiente, dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se le presentara en su camino y a ayudar a los demás con amor y compasión.
FIN.