Ana y los Monstruos de la Noche
Era una noche tranquila en el pequeño barrio donde vivía Ana. Afuera, las estrellas brillaban en el cielo oscuro, como si estuvieran contándole secretos a la luna. Pero Ana, con sus grandes ojos curiosos, miraba por la ventana con algo de temor.
"¿Por qué hay que dormir de noche y no de día?" - se preguntaba mientras se acurrucaba bajo su manta.
Ese temor no era extraño. A Ana le asustaban las sombras y creía que debajo de su cama vivían monstruos de pelo alborotado que solo salían cuando se apagaban las luces.
Una noche, mientras pensaba en esos temidos monstruos, una estrella brillante tocó suavemente su ventana.
"¡Hola, Ana!" - dijo la estrella con una voz chispeante. "Soy Lúmina y he venido a buscarte. La reina de la luna te espera para contarte un gran secreto."
Ana, sorprendida pero intrigada, aceptó la invitación.
"¿Qué secreto, Lúmina?" - preguntó Ana, sintiéndose un poco menos asustada.
"Ven y lo descubrirás, ¡rápido!" - exclamó la estrella, iluminando la habitación con su brillo.
Ana tomó valor y, aunque temblaba un poco, decidió dar un paso detrás de la estrella. En un abrir y cerrar de ojos, se encontró volando entre nubes suaves hacia el reino de la noche.
Al llegar, se encontró en un mundo lleno de colores que nunca había imaginado. La luna, grandiosa y brillante, la esperaba.
"Bienvenida, Ana. Soy la Reina Luna. He traído a todos los cuidadores de la noche para que los conozcas."
Ana miró a su alrededor y vio a los famosos monstruos de pelo alborotado.
"No... no me asustan, ¿verdad?" - preguntó, tomando un paso atrás.
"No temas, querida. No son como creías. Ellos son nuestros amigos. Se llaman los Nocturnales y se encargan de cuidar la noche para que puedas soñar tranquilamente." - explicó la Reina Luna con una sonrisa.
"¿Cuidadores de la noche?" - repitió Ana, sus ojos brillando de curiosidad.
"Sí, ellos ahuyentan los miedos y traen la paz. ¿Te gustaría conocerlos?"
Ana asintió con la cabeza. La Reina Luna llevó a Ana hacia los Nocturnales, quienes eran criaturas suaves y peludas, con grandes ojos amistosos y sonrisas que iluminaban la oscuridad. Ana se sintió más tranquila.
"Soy Trico, el más animal de todos. ¡Siempre estoy aquí para hacerte reír!" - dijo uno de los monstruos.
"Y yo soy Rolo, protejo los sueños mientras duermes. ¡Mira!" - agregó otro, haciendo un giro divertido.
Ana comenzó a reír y el miedo que había sentido se desvaneció.
"¿Entonces no se llevan los sueños?" - preguntó Ana.
"Al contrario, los cuidamos y los llenamos de risas y aventuras. Sin nosotros, la noche sería muy solitaria" - respondió Lúmina, sonriendo.
Ana se sintió aliviada y entusiasmada.
"Quiero ser parte de esto. Quiero ayudar a mis amigos a no tener miedo de la noche."
"Y así será. Recuerda, siempre habrá luz en la oscuridad si miras con atención. Los monstruos no siempre son como los pintan" - dijo la Reina Luna. "Tu luz interior puede brillar aún en la noche más oscura."
Ana lo entendió perfectamente. Al volver a su habitación, se sintió diferente.
"¡No más miedo!" - se dijo, viendo las sombras bailar por su habitación. "Es solo la noche que cuida mis sueños."
Desde esa noche, Ana siempre miraba al cielo antes de dormir, agradecida por los cuidadores de la noche, y dejó de temer a sus nuevas amistades peludas. La oscuridad nunca volvió a asustarla, porque ella sabía que siempre estaría acompañada.
Y así, Ana aprendió que a veces lo que tememos es solo algo que necesita ser comprendido. Al final, la noche era tan hermosa como el día, solo con otro tipo de luz.
Siempre recordará su aventura y, mientras sueña, sabe que los monstruos de pelo alborotado están cuidando la noche y sus sueños mientras dormía.
FIN.