Ana y su Velocidad Maravillosa



En un colorido jardín lleno de flores de todos los colores, vivía una mariposa llamada Ana. Ana no era una mariposa cualquiera; ella tenía el sueño de ser la mariposa más rápida de todo el jardín. Todos los días, justo al amanecer, Ana practicaba sus movimientos para bailar de flor en flor, siendo cada salto un poco más veloz que el anterior.

Un día, mientras Ana se preparaba para su ensayo matutino, escuchó una conversación entre un grupo de mariposas.

"¿Viste a Ana? Siempre está intentando bailar más rápido. ¡Nunca lo logrará!" dijo Camila, una elegante mariposa azul.

"Sí, lo sé. Cada vez que intenta, termina deslizándose y cayendo en la tierra. ¡Es tan graciosa!" rió Rufi, una mariposa multicolor.

Aunque Ana se sintió un poco triste por las palabras de sus amigas, decidió no rendirse. Tenía un plan. Si podía medir cuánto había mejorado, podría demostrarles a todas que sí se podía bailar rápido y bonito.

Así que, con una cinta métrica que encontró en el jardín, comenzó a medir la distancia que lograba recorrer en cada salto. Un día, saltó desde una flor roja hasta una amarilla y midió su distancia:

"¡Hoy salté 50 centímetros!" se emocionó Ana, anotando su avance en un pequeño diario. Cada día, se esforzaba para superar su récord.

Mientras tanto, la gran mariposa blanca, Sofía, observaba a Ana desde la sombra de un árbol. Sofía había sido la mariposa más rápida del jardín cuando era joven, pero ya no volaba como antes.

"Ana, ¿puedo ayudarte?" preguntó Sofía, al acercarse a la pequeña mariposa.

"¡Claro! Pero no soy buena como vos. Nadie cree en mí. "

"Todo el mundo tiene que empezar en algún lugar. Lo importante es no rendirse. ¿Te gustaría que te enseñara algunos trucos?"

Ana se iluminó. Sofía le mostró cómo utilizar sus alas de manera más efectiva y cómo aterrizar con suavidad. Cada día, practicaban juntas y Ana estaba mejorando rápidamente.

Una semana después, llegó el día de la gran competencia del jardín. Todas las mariposas estaban emocionadas y Ana decidió que era su oportunidad de demostrar lo que había logrado.

"Buena suerte, Ana. No creo que puedas ganar, pero me alegra que intentes bailar rápido," dijo Camila, sonriendo.

Ana sonrió y se dirigió a la línea de inicio. Sofía estaba ahí, dándole un guiño de ánimo. Con un suave golpe de alas, Ana comenzó a correr y a saltar de flor en flor. La audiencia la miraba boquiabierta. ¡Era mucho más veloz de lo que la mayoría había esperado!

Al llegar a la última flor, Ana midió la distancia y entonces... ¡pum! Tropezó y cayó en la tierra, pero no fue un golpe muy fuerte. Se levantó rapidamente, un poco aturdida pero también emocionada por lo que había logrado.

"¡Ana, fuiste increíble!" la animaron las amigas al verla levantarse.

"No gané, pero creo que me divertí más que nunca. ¡Miren cuánto salté!" respondió Ana, mostrando la cinta métrica.

Aun sin haber llegado en primer lugar, Ana había recorrido la distancia más lejos que jamás había logrado. Sofía y las demás mariposas la rodearon, admirando su valentía.

"Eres una verdadera atleta, Ana. No solo te esforzaste, sino que también aprendiste a levantarte después de caer," dijo Sofía orgullosa.

Desde ese día, Ana se convirtió en un ejemplo para todas las mariposas del jardín. Las demás comenzaron a recordarle a Ana que no solo había sido rápida por un momento, sino que había encontrado su pasión en el proceso. Así, cada mariposa del jardín asumió que lo importante no eran solo los resultados, sino disfrutar de la danza y aprender en el camino.

Y así, entre risas y vuelos, Ana continuó bailando y compartiendo su alegría, convirtiéndose en la mariposa más querida de todo el jardín, incluso si no siempre era la más rápida.

FIN.

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