Anastacios Moonlight Journey


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Anastacio. Era un niño curioso y soñador que siempre se preguntaba cómo sería el mundo más allá de su hogar.

Una noche, mientras miraba por la ventana de su habitación, vio algo brillante en el cielo: ¡era la luna! Anastacio quedó maravillado por la belleza de la luna y decidió que quería conocerla.

Sin pensarlo dos veces, salió corriendo hacia el patio trasero de su casa para buscar algo que le ayudara a llegar hasta ella. Fue entonces cuando vio a un ganso caminando cerca del estanque. "Sr. Ganso, ¿puede usted llevarme a la luna?"- preguntó Anastacio con entusiasmo.

El ganso lo miró sorprendido pero asintió con la cabeza. Parecía entender perfectamente las palabras del niño. Anastacio subió al lomo del ganso y juntos emprendieron el viaje hacia la luna.

Mientras volaban por los cielos argentinos, Anastacio se dio cuenta de que había olvidado traer comida para el camino. Tenía mucha hambre y no sabía cómo iba a aguantar hasta llegar a su destino. "Sr. Ganso, tengo mucha hambre"- dijo Anastacio con tristeza.

"¿Podríamos hacer una parada para conseguir algo para comer?"El ganso entendió el problema y decidió aterrizar en una granja cercana donde vivían muchos animales amigables.

Juntos fueron recibidos por vacas, ovejas y gallinas quienes compartieron generosamente su comida con el niño y el ganso. Llenos de energía, Anastacio y el ganso continuaron su viaje hacia la luna. Pero cuando estaban cerca de llegar, una tormenta comenzó a formarse en el cielo.

El viento soplaba fuerte y las nubes cubrían la luna por completo. "Oh no, ¿cómo vamos a llegar ahora?"- exclamó Anastacio preocupado. Fue entonces cuando la luna escuchó los deseos del niño y decidió intervenir.

Con un destello brillante, hizo que las nubes se dispersaran y la tormenta desapareciera. La luna sonrió al ver la determinación de Anastacio por alcanzarla. Finalmente, el ganso llevó a Anastacio hasta la superficie de la luna. El niño estaba emocionado al estar tan cerca de su sueño hecho realidad.

Caminaron juntos por paisajes llenos de polvo lunar y observaron las estrellas desde allí arriba. "Sr. Ganso, esto es increíble"- dijo Anastacio asombrado. "Gracias por llevarme hasta aquí".

El ganso le dio un abrazo cálido antes de emprender el regreso a casa. Juntos volaron nuevamente sobre los cielos argentinos mientras Anastacio observaba cómo la luna se alejaba poco a poco.

Cuando llegaron a casa, Anastacio se acostó en su cama con una gran sonrisa en su rostro. Había vivido una aventura inolvidable gracias al ganso y había aprendido que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en ellos con todo su corazón.

Desde aquel día, Anastacio miraba a la luna todas las noches antes de dormir, recordando su increíble viaje. Sabía que aunque estuviera lejos, siempre estaría conectado con ella y que nada era imposible si uno se lo proponía.

Y así, el niño y el ganso vivieron muchas más aventuras juntos, inspirando a todos los niños del pueblo a soñar en grande y creer en la magia que puede haber en cada rincón del mundo.

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