Anatolia, la princesa Mendoza y el Príncipe rana de oro



Había una vez en el reino de Mendoza, una preciosa princesa llamada Anatolia. A Anatolia le encantaba reciclar y reutilizar las cosas para cuidar el medio ambiente.

Un día, mientras paseaba por el jardín, vio a una rana dorada atrapada en una vieja red de pescar. Anatolia, con su amor por la naturaleza, corrió a liberarla y la rana, en agradecimiento, le regaló tres juegos de bolis de oro reluciente.

La rana le dijo que si lograba reciclar y reutilizar esos bolis de oro de manera creativa, algo maravilloso sucedería. Anatolia tomó el desafío con entusiasmo y se puso manos a la obra.

Con la ayuda de su fiel amigo, el conejo Saltarín, la princesa comenzó a buscar ideas creativas para darles una nueva vida a los bolis de oro. Primero, decidió convertir uno en un bolígrafo dorado que escribiera con tinta mágica capaz de hacer realidad lo que se escribiera.

Luego, reutilizó otro para construir una corona para el rey, hecha con brillantes plumas doradas. Y con el tercero, creó un par de zapatos mágicos que le permitían bailar con gracia y ligereza. Con cada nueva invención, Anatolia se sentía más emocionada.

Cuando finalmente presentó sus creaciones al consejo real, todos quedaron impresionados por su ingenio y creatividad. El rey y la reina, orgullosos de su hija, decidieron organizar una gran fiesta para celebrar su talento.

La noticia de las creaciones de Anatolia llegó a oídos del Príncipe rana, quien había sido un príncipe encantado por un hechizo. Impresionado por la bondad y habilidad de la princesa, decidió romper el hechizo y revelarse como un apuesto príncipe.

Anatolia y el Príncipe rana de oro se enamoraron y vivieron felices para siempre, prometiendo seguir cuidando el reino y protegiendo la naturaleza juntos. Desde ese día, Anatolia se convirtió en una inspiración para todos en el reino, enseñando la importancia de reciclar, reutilizar y cuidar el mundo que nos rodea.

FIN.

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