Andeson y el Valor de la Amistad
Era un día soleado en la escuela primaria de Parque Central. Andeson, un niño con una gran sonrisa y un corazón aún más grande, estaba apurado por llegar al recreo. Tenía planes de jugar al fútbol con sus amigos, pero al cruzar el patio, escuchó gritos y risas burlonas.
"¡Mirá al raro, ahí viene!" - se escuchó entre los murmullos. Andeson detuvo su marcha, curioso y preocupado, y se acercó lentamente a la fuente del alboroto. En el centro del círculo, un grupo de chicos estaba rodeando a Emanuel, un niño callado que siempre parecía estar solo.
"¡Deja de llorar, raro!" - uno de los matones le gritó a Emanuel, mientras le empujaban el brazo. Andeson sintió que su corazón latía más rápido. Sabía que no podía quedarse ahí parado.
"¡Basta!" - gritó Andeson, acercándose con determinación. "Emanuel, vení conmigo. No tenés que quedarte aquí."
Los matones se quedaron en silencio, sorprendidos por la intervención de Andeson. Emanuel miró a Andeson, sorprendido y a la vez aliviado.
"¿De verdad me vas a ayudar?" - preguntó Emanuel, mireando a los chicos con miedo.
"Claro, nadie debería ser tratado así. Vamos, salgamos de aquí." - Andeson lo tomó del brazo y lo llevó lejos de la multitud.
Cuando ya estaban lejos, Emanuel respiró hondo.
"Gracias, no sé qué habría pasado si no intervenías."
"No tenés que agradecerme. Todos merecemos respeto. ¿Te gustaría jugar al fútbol?" - le propuso Andeson.
Y así, poco a poco, Andeson y Emanuel comenzaron a intercambiar palabras y a conocerse. A pesar de sus diferencias, se dieron cuenta de que tenían mucho en común, especialmente su amor por el deporte.
Los días pasaron y se hicieron inseparables. Andeson incluso invitó a Emanuel a su casa para jugar videojuegos y hacer tareas juntos. Sin embargo, lo que no sabían era que los chicos que habían estado molestando a Emanuel no se rendirían tan fácilmente.
Un día, mientras estaban en clase, un grupo de chicos lanzó un rumor en el aula, afirmando que Andeson solo estaba siendo amigo de Emanuel para hacerse el héroe. Este comentario llegó a los oídos de otros compañeros y empezó a generarse un ambiente incómodo.
"Ya no serás más mi amigo, Andeson. Solo querés mostrarte. Todos creen que sos un 'sabelotodo'." - le dijo Emanuel, visiblemente herido por el comentario.
"No, Emanuel, eso no es cierto. Yo soy tu amigo porque quiero, no porque me importa lo que piensen los demás." - respondió Andeson, tratando de calmar a su amigo.
"Pero la gente habla, y duele..." - Emanuel murmuró, haciendo una pausa.
Ambos niños se quedaron en silencio. El temor e inseguridad que había en el aire era palpable. Pero Andeson decidió que no podían dejar que estas habladurías arruinaran su amistad.
"¿Sabés qué? No les importa lo que digan. Si somos amigos, es porque así lo decidimos nosotros. Por eso, hagamos algo diferente. ¿Qué te parece si organizamos un juego en el patio y mostramos a todos lo bien que podemos jugar juntos?" - propuso Andeson.
Emanuel alzó la mirada, sintiendo una chispa de esperanza.
"¡Sí! ¡Eso suena genial!" - sonrió, ahora más animado.
Así fue como Andeson y Emanuel organizaron un partido de fútbol con todos sus compañeros. Les explicaron que la amistad y el respeto son lo más importante. Jugaron en equipo, todos juntos, y al final, todos se divirtieron. Hasta los mismos matones se unieron al juego.
"No está mal jugar con tus amigos, ¿eh?" - uno de ellos dijo, algo sorprendido por la energía divertida del juego.
Al final del día, todos se fueron a casa sonriendo. Andeson y Emanuel se sintieron más fuertes y unidos que nunca.
"Gracias por nunca rendirte conmigo, Andeson. Eres un gran amigo." - dijo Emanuel mientras se despedían.
"Y tú eres un gran compañero de equipo. ¡Siempre estemos juntos!" - Andeson respondió, con una sonrisa. Con el tiempo, aprendieron que la verdadera amistad es capaz de superar cualquier obstáculo y que ayudar a otros siempre es un acto de valentía y nobleza.
FIN.