Andrea y el Coco Mágico



En un pequeño vecindario, vivía una niña de seis años llamada Andrea. Tenía una pequeña curiosidad por el mundo que la rodeaba, y un día decidió que quería aprender más sobre las cosas que había en su jardín. Un día, mientras jugaba en el patio, se encontró con un coco que había caído de un árbol cercano.

"¡Mirá lo que encontré!" - gritó Andrea, mostrando el coco a su mamá.

"Es un coco, Andrea. ¡Es un fruto muy especial!" - dijo su mamá.

Andrea, intrigada, comenzó a investigar sobre el coco. Aprendió que era delicioso y que su agua era refrescante, pero también descubrió que se podía usar para hacer productos muy interesantes, como jabones, cremas y hasta exfoliantes.

- “¡Quiero hacer productos de coco y compartirlos con mis amigos! ” - exclamó emocionada Andrea.

Así que decidió que iba a hacer un pequeño taller en su casa para invitar a sus amigos. Pasó días recolectando ingredientes sencillos: un poco de azúcar, aceite de coco, y algunos colores naturales de frutas y flores que recogió de su jardín.

En el día del taller, su casa se llenó de risas y alegría.

- “Hoy vamos a hacer magia con el coco, ¡será divertido! ” - dijo Andrea mientras guiaba a sus amigos a través de su receta.

Primero, hicieron un exfoliante.

- “¡Miren! Solo necesitamos azúcar y aceite de coco. Mezclamos y ya está. ¡Es como un hielo que huele riquísimo! ” - dijo mientras mostraba la mezcla.

Todos los amigos estaban fascinados y le preguntaban:

- “¿Pero para qué sirve, Andrea? ”

- “¡Ayuda a nuestra piel a estar suave y brillante! Y además, no tiene productos químicos.” - respondió con una sonrisa.

Pronto, hicieron jabones de coco. El aroma comenzó a llenar la habitación y todos querían probarlo.

- “¡Miren qué lindo queda el jabón! ” - dijo una de sus amigas.

Pero antes de que terminara la actividad, algo inesperado sucedió. La hermana mayor de Andrea, Valentina, entró a la habitación y comenzó a reírse.

- “¿Qué hacen ustedes? ¡Se van a ensuciar todo! ” - dijo con una sonrisa irónica.

Andrea, sin perder el ánimo, respondió: - “¡Estamos creando cosas mágicas! ¿Quieres unirte? ”

Valentina, curiosa, se acercó y miró el proceso. Cuando sintió el aroma del jabón, se quedó encantada.

- “Está bien, parece divertido. ¿Me enseñás? ” - preguntó Valentina.

Andrea emocionada aceptó, y así Valentina se unió al grupo. Juntas empezaron a hacer jabones en diferentes formas y colores.

Una vez que terminaron, todos los amigos de Andrea estaban muy contentos, pero Valentina tuvo una idea brillante.

- “¿Qué tal si vendemos nuestros productos en el mercado del barrio? ¡Así podemos compartir el coco con más gente! ” - sugirió.

Andrea se iluminó.

- “¡Sí! Podemos ayudar a otros a conocer todos los beneficios del coco.”

Así que, con la ayuda de su familia, prepararon una pequeña mesa en el mercado del barrio. Llenaron la mesa con jabones de coco, exfoliantes y un montón de sonrisas.

Los vecinos pasaron y se detuvieron a mirar, y Andrea les contaba sobre los productos.

- “¡Este es un jabón de coco! Es natural y huele riquísimo. ¡Ayuda a que tu piel se sienta suave! ”

La gente comenzó a comprar. Andrea y sus amigos estaban encantados.

- “¡Estamos haciendo un montón de amigos! ” - dijo uno de sus amiguitos.

A medida que el día avanzaba, Andrea notó algo especial. La gente no solo estaba comprando productos, sino que estaban disfrutando lo que hacían y riéndose juntos.

- “Lo mejor de todo es compartir, ¿no? ” - dijo Andrea a sus amigos.

Después de un exitoso día en el mercado, Andrea decidió seguir aprendiendo y creando.

- “Prometo aprender sobre más plantas y crear nuevos productos. ¡El mundo está lleno de cosas sorprendentes! ” - dijo mientras sonreía.

Y así, la pequeña Andrea y su coco mágico no solo comenzaron un negocio, sino que también crearon un hermoso espacio donde la creatividad, la amistad y el compartir fueron lo más importante.

Y así, los niños aprendieron que con curiosidad y un poco de creatividad, podían lograr cosas increíbles juntos.

Fin.

FIN.

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