Andrea y los Derechos de los Amigos



Había una vez una niña llamada Andrea que vivía en un pequeño barrio donde todos se conocían. Andrea era una niña amable y siempre estaba dispuesta a hacer nuevos amigos. Sin embargo, había un grupo de niños en su escuela que a menudo se burlaban de ella y sus amigos, lo que la hacía sentir triste.

Un día, mientras jugaba en el parque con su mejor amigo Lucas, Andrea notó que un grupo de niños estaba molestando a su amiga Clara, que era nueva en el barrio.

"¡Eh, Clara! Tu mochila es fea, ¿no la podés cambiar?" - gritó uno de los niños, riéndose.

Clara, avergonzada, bajó la cabeza y no respondió. Andrea, viendo la situación, se acercó a Clara y le dijo:

"¡No les hagas caso, Clara! Tu mochila es genial y te queda re bien. Además, lo más importante es que todos tenemos derecho a ser quienes somos y a que nos respeten".

Al escuchar a Andrea, los demás niños empezaron a murmurar entre ellos.

"¿Derecho? ¿Qué es eso?" - preguntó uno de los niños, confundido.

"¿No saben? Todos tenemos derechos, como el derecho a ser tratados con respeto y amabilidad. ¡Deberíamos hablar sobre esto!" - exclamó Andrea con entusiasmo.

Decidida a ayudar a sus amigos, Andrea organizó una reunión en el parque para hablar sobre los derechos de los niños. Invitó a todos, incluso a aquellos que solían molestarlos.

La tarde de la reunión, los niños llegaron curiosos. Andrea comenzó a hablar:

"Hoy queremos compartir algo muy importante. Todos somos únicos y tenemos derechos. Derechos a jugar, a hablar y a ser respetados. ¿Alguno de ustedes sabe qué derechos tienen?"

Los niños comenzaban a prestar atención.

"Yo tengo derecho a ser feliz" - dijo Lucas.

"Yo tengo derecho a tener amigos" - agregó Clara, sonriendo un poco.

"Yo tengo derecho a jugar sin que me molesten" - intervino un niño más próximo a Andrea.

Andrea se sonrió al escuchar eso.

"Exacto. Y también tenemos la responsabilidad de cuidar esos derechos en los demás" - dijo, animando a hablar.

Algunos niños comenzaron a reconocer que no siempre habían respetado los derechos de los demás. Uno de los que solía burlarse, llamado Mateo, levantó la mano.

"Yo a veces me río de los demás. No quería hacer daño, pero ahora que lo pienso, no está bien" - confesó, un poco avergonzado.

Andrea lo miró con comprensión y sonrió.

"Todos podemos aprender a ser mejores amigos. Si nos olvidamos de lo que es la amabilidad y el respeto, podemos herir a otros sin darnos cuenta. Pero siempre hay tiempo para corregirnos".

Los niños empezaron a charlar y se dieron cuenta de que podían ser más amables unos con otros. Comenzaron a hacer un pacto:

"¡Prometemos ser mejores amigos y cuidarnos entre todos!" - exclamó Clara.

Desde entonces, se volvieron un grupo unido, donde cada uno se sentía valorado y querido. Aprendieron que los derechos no solo eran para ser exigidos, sino también para ser protegidos y respetados.

Andrea se convirtió en un ejemplo para todos, demostrando que al cuidar los derechos de sus amigos, estaba ayudando a construir un mundo mejor, donde todos pudieran ser felices.

Y así, en aquel pequeño barrio, los risas y juegos se llenaron de respeto y amistad.

Así como Andrea, todos pueden aprender a cuidar y valorar los derechos de sus amigos.

Fin.

FIN.

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