Andrés y el Bosque de los Animales Valientes



Había una vez un pequeño pueblo llamado Villaverde, donde vivía un niño llamado Andrés. Andrés era un chico con un gran amor por los animales. Desde muy pequeño, soñaba con tener un montón de mascotas, pero había un pequeño problema: ¡Andrés le tenía miedo a algunos de ellos! Su mayor miedo eran los perros grandes y los gatos de ojos verdes que cada vez que miraban, parecían querer jugar a las escondidas.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano, Andrés escuchó un fuerte rugido. "¿Qué será eso?"- pensó, y comenzó a temblar. Se acercó un poco más y vio a un enorme león atrapado entre las ramas de un árbol.

"Por favor, ayúdame, pequeño amigo"- rugió el león con voz suave.

Andrés, aunque asustado, sintió pena por el león. "¿Pero cómo puedo ayudarte si eres tan grande y yo tan pequeño?"-

"Lo que importa no es el tamaño, ¡sino el valor! Necesito que cortes esas ramas para liberarme"- dijo el león con una mirada cálida.

Con un poco de duda, Andrés buscó una ramita y con mucha determinación empezó a cortar las ramas. Con cada corte, su miedo disminuía y encontró valor en su corazón. Después de un rato, el león quedó libre y se estiró mientras sonreía ampliamente. "¡Gracias, amigo!"- exclamó.

"¡Wow! No puedo creer que lo hice!"- dijo Andrés, sintiéndose orgulloso de sí mismo.

El león, sabiendo que no podía quedarse en el bosque, invitó a Andrés a un lugar especial. "Ven, quiero mostrarte algo mágico"- dijo el león mientras gesticulaba con su pata. Andrés lo siguió con curiosidad.

Pronto llegaron a un claro lleno de luz y color, donde todos los animales del bosque se reunían. Andrés vio ciervos danzantes, aves cantando y hasta zorros pintorescos jugando. "¿Qué es este lugar, león?"- preguntó asombrado.

"Este es el Bosque de los Animales Valientes. Aquí, todos luchamos contra nuestros miedos juntos"- respondió el león.

Antes de que Andrés pudiera pensar y dudar, un grupo de animales se acercó a él. "¡Hola!"- dijeron al unísono, "Sabemos que al principio te asustábamos. Pero aquí, ¡no hay nada que temer!"-

Andrés sonrió, y juntos comenzaron a jugar. Saltaron, corrieron y rieron. Entonces, un gato de ojos verdes se acercó a Andrés. Su corazón latía rápido, pero recordó lo valiente que había sido liberando al león.

"Hola, soy Luna, el gato. No tengas miedo. Puedo enseñarte a jugar en la oscuridad"- dijo el gato. Andrés decidió intentarlo. Se acercó lentamente y aceptó la invitación.

Y así, Andrés aprendió que no solo los leones eran valientes; todos en el Bosque eran héroes de su propia historia, luchando contra sus temores. A medida que los días pasaban, su miedo fue desapareciendo, y con cada nuevo amigo que hizo, su amor por los animales creció aún más.

El día de su despedida, el león le dijo: "Recuerda, siempre habrá un poco de miedo, pero enfrentarlo te hará más fuerte"- y le regaló una medalla de madera que él mismo había tallado. "Este es tu símbolo de valentía, Andrés"-

Andrés volvió a casa con el corazón lleno de alegría y aprendió que los miedos podían ser amigos si uno les daba la oportunidad de ser derribados.

Desde ese día, Andrés se convirtió en el defensor de todos los animales, grandes y pequeños. Y cada vez que veía un perro grande o un gato de ojos verdes, ya no sentía miedo, sino una profunda amistad y amor.

Así, en el pequeño pueblo de Villaverde, todos los niños aprendieron que el amor y la valentía podían vencer a los miedos, y Andrés Amor se convirtió en una leyenda entre ellos: el niño que aprendió a amar a los animales enfrentando sus temores.

FIN.

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