Andrés y el Gran Viaje a Casa
Era un soleado sábado por la mañana cuando Andrés se despertó en su habitación llena de juguetes. Era un día especial, porque iba a pasar tiempo con su mamá, quien siempre lo llevaba a aventuras increíbles. Sin embargo, al bajar a la cocina, no la encontró. La mesa estaba puesta, pero su mamá no estaba.
"Mamá, ¿dónde estás?" -gritó Andrés con un poco de preocupación.
Nadie contestó. Andrés decidió que no podía quedarse ahí sentado, así que se calzó las zapatillas y salió de casa en busca de su mamá.
Primero, fue al parque, donde siempre jugaban juntos.
"Hola, señor pájaro, ¿has visto a mi mamá?" -le preguntó a un hermoso loro que estaba posado en una rama.
"Squawk! ¿Mamá? No la he visto, pero en el estanque hay peces que pueden tener información."
Andrés pensó que los peces podrían ser de ayuda y siguió su camino hacia el estanque. Allí conoció a una rana.
"Hola, rana. ¿Sabés dónde está mi mamá?"
"Ribbit! No la he visto, pero he oído que se fue al mercado a comprar algo especial. Puedes ir a buscarla allí."
"¡Gracias, rana!" -dijo Andrés entusiasmado.
Andrés corrió hacia el mercado, pero cuando llegó se dio cuenta de que era un lugar enorme y lleno de gente. No sabía por dónde empezar a buscar. De repente, se encontró con un anciano que vendía globos.
"¿Te gustaría un globo, niño?"
"No, gracias, señor. Estoy buscando a mi mamá. ¿La ha visto?"
"Hmm, creo que la vi en el puesto de frutas. ¡Buena suerte!"
Con el corazón palpitando, Andrés siguió al puesto de frutas, pero allí no estaba su mamá.
"¿Tú me puedes ayudar?" -le preguntó a una fruta que parecía un melón que estaba sonriendo.
"¡Claro, pequeño! Si quieres encontrarla, debes preguntarle a los árboles. Ellos siempre están atentos a lo que pasa en el mercado."
Por lo tanto, Andrés corrió hacia la plaza donde había unos árboles grandes y frondosos.
"¡Árboles!" -llamó a los árboles con la esperanza de que pudieran ayudarlo.
"¿Qué sucede, niño?" -dijo uno de ellos con una voz profunda y amable.
"Estoy buscando a mi mamá. No sé dónde está y me preocupa."
"Puedo sentir tu preocupación. Tu mamá salió del mercado hace un rato, deberías ir hacia el puente que cruza el río. Es un atajo para volver a casa."
"¡Gracias, árbol!"
Andrés sintió un rayo de optimismo y corrió hacia el puente. A medida que se acercaba, vio a una persona conocida que estaba casi cruzando. Cuando se puso a la altura del puente, su corazón se detuvo por un instante, porque era su mamá.
"¡Mamá!" -gritó Andrés mientras corría hacia ella.
Su mamá se dio vuelta y sonrió.
"¡Andrés! ¿Dónde estabas? Te estuve buscando. ¡Tenía una sorpresa para vos!"
"Te estuve buscando a vos! ¡Pensé que te había perdido!"
"Nunca te perdería, amor. Estaba en el mercado comprando tus galletas favoritas. A veces nos preocupamos demasiado, pero siempre podemos encontrar el camino de regreso. ¿Te parece que estamos listos para volver a casa?"
"¡Sí! Y mientras tanto, ¿me cuentas sobre tu día y yo te cuento sobre mi aventura?"
Andrés y su mamá se pusieron a hablar sobre todas las cosas que habían vivido, aprendiendo que a veces las preocupaciones son solo parte de las aventuras de la vida.
Al llegar a casa, Andrés se dio cuenta de que, aunque había sido una búsqueda emocionante, estar con su mamá era el mejor lugar del mundo.
Y así, con una sonrisa en su rostro, Andrés aprendió que siempre podía buscar, pero lo más importante era saber que el amor de su mamá siempre estaría con él.
Fin.
FIN.