Andrés y el valor de la esperanza
Andrés era un niño curioso de diez años, que admiraba a su papá, un electricista que arreglaba los postes de luz en su barrio. Cada día, Andrés lo veía treparse a esos altos postes con gran destreza. "¡Mirá, papá! ¡Sos el rey de los postes!" - le decía con su gran sonrisa.
Un día, mientras Andrés lo observaba desde la vereda, su papá se preparaba para arreglar unas conexiones. "Andrés, cuídate de no acercarte mucho, esto puede ser peligroso" - le advirtió. Pero en su corazón, Andrés sabía que su papá era un experto.
De repente, mientras estaba en la altura, un fuerte viento sopló y su papá perdió el equilibrio.
"¡Mamá!" - gritó Andrés, corriendo hacia la casa. Al llegar, su mamá ya estaba al tanto de la situación y rápidamente llamó a una ambulancia.
Poco después, su papá fue llevado al hospital, donde los médicos confirmaron que se había partido una pierna.
"No te preocupes, Andrés. Me recuperaré pronto y volveré a subir a los postes" - le dijo su papá con una sonrisa forzada. Pero Andrés, aunque trataba de ser valiente, sentía un nudo en el estómago.
Durante las semanas siguientes, su papá estuvo en casa, con la pierna enyesada y necesitando ayuda para hacer muchas cosas. Andrés decidió ser su ayuda fiel. Días pasaron y Andrés aprendió a hacer tareas del hogar, desde cocinar hasta ayudarlo a leer libros sobre electricidad.
"¡Qué gran ayudante sos, Andrés!" - le decía su papá con orgullo. Un día, mientras charlaban, su papá le contó la importancia de la energía eléctrica y cómo era vital para el funcionamiento del mundo. "La electricidad nos da luz, calienta nuestras casas y ayuda a los hospitales" - explicó.
Andrés, emocionado, empezó a interesarse por la electricidad y se preguntó: "¿Pero cómo funciona, papá?"
"Es un misterio que se puede desvelar, pero requiere esfuerzo y dedicación. Sabés que tiene sus riesgos, pero también su magia" - respondió su padre.
Inspirado por las palabras de su papá, Andrés decidió experimentar. Convenció a sus amigos, y juntos comenzaron a hacer pequeños experimentos en el patio. Crearon un circuito simple con una pila y una bombilla. "¡Miren, funciona!" - gritó Andrés emocionado mientras la luz brillaba.
Un día, su papá notó lo feliz que estaba su hijo creando esos aparatos. "Me parece que tenés un gran futuro en esto, Andrés" - le dijo orgulloso.
La ciencia y la curiosidad hicieron que Andrés se entusiasme cada vez más. Su papá se recuperó completamente y volvió a trabajar, pero ahora, cada vez que trepaba a un poste, siempre decía: "Andrés, recuérdame los números de seguridad y las medidas que me enseñaste".
Andrés, no solo se volvió su apoyo, sino que también encontró su pasión por la electricidad. Decidió que quería ser electricista como su papá.
"Cuando sea grande, voy a arreglar postes y vo, con este conocimiento, evitaré que la gente se caiga" - prometió.
La caída de su papá no solo le enseñó a ser valiente, sino que también despertó en él el deseo de aprender y un amor por la ciencia. Un día, mientras hacían un proyecto en la escuela sobre energías renovables, su papá fue invitado a dar una charla.
"Andrés, estoy orgulloso de vos. Has crecido tanto, y siempre recordaré que lo importante es levantarse después de caer" - le dijo con lágrimas de alegría en los ojos.
Y así, la historia de Andrés y su papá se transformó en una aventura de aprendizaje, amor y esperanza, mostrándole a todos que a veces las caídas son solo una oportunidad para levantarse más fuerte y seguir brillando como una bombilla encendida.
FIN.