Andriy y el Valle de los Zombies Amistosos
Había una vez en un mundo pixelado y lleno de aventuras, un valiente guerrero llamado Andriy. Andriy no era un héroe común, sino un personaje del videojuego Doom que había sido transportado a un colorido valle donde los zombies no eran como los que él conocía. Eran criaturas pequeñas y tiernas que simplemente buscaban un amigo y un poco de diversión.
Un día, mientras Andriy caminaba por el valle, se encontró con un grupo de zombis que intentaban bailar. Sin embargo, no lo hacían muy bien, y se tropezaban entre sí, cayendo al suelo con risitas. Andriy, sorprendido por esta escena, decidió acercarse y preguntarles:
"¿Qué están haciendo, amigos?"
"¡Nos estamos divirtiendo, pero no sabemos bailar bien!" dijo uno de ellos con una sonrisa amplia.
"No se preocupen, ¡yo puedo enseñarles!" respondió Andriy emocionado.
Y así, Andriy comenzó a enseñarles algunos pasos de baile. Al principio los zombis eran torpes, pero con cada intento, sus movimientos mejoraban y las risas llenaban el aire. Sin embargo, Andriy notó que algunos colores del valle comenzaron a desvanecerse. Mirando a su alrededor, se dio cuenta de que el famoso Rey de los Zombies, que solía ser algo malvado en su mundo, había puesto un hechizo para apoderarse de todas las risas y alegría del valle.
"¡Debemos hacer algo!" exclamó Andriy al ver que el cielo se oscurecía.
"¿Pero qué podemos hacer nosotros?" preguntó una zombi pequeño con una gorra.
"Podemos unirnos y hacer lo que mejor sabemos: ¡bailar! Con cada risa y cada movimiento, más luz y color regresará al valle. ¡Confíen en mí!" propuso Andriy.
Todos los zombis estuvieron de acuerdo y comenzaron a bailar al ritmo de una melodía mágica que Andriy había escuchado en su videojuego. Con cada paso, los colores empezaron a regresar. El sol brillaba más y las flores volvían a florecer. Sin embargo, el Rey de los Zombies, enfurecido al ver que su hechizo no funcionaba, apareció con un gesto amenazante.
"¡Deténganse, no quiero que sean felices!" gritó el rey, tratando de oscurecer aún más el valle.
"¡No puedes detenernos!" respondió Andriy con valentía.
"Ser felices es lo que mejor hacemos, y lo vamos a seguir haciendo. ¡Danzando y riendo!"
El Rey de los Zombies se sintió incapaz de resistir la marea de alegría que Andriy y los demás zombis estaban desatando. Intentó moverse al ritmo de la música, pero sus pasos eran torpes y error tras error, sólo lograba hacer reír aún más a todos. Finalmente, al ver que no podía hacer que los zombis se detuvieran, el rey comenzó a reír también.
"¡Esto es… divertido! No puedo creerlo. ¡Yo también quiero bailar!" dijo el rey mientras se unía al grupo.
Así, el Rey de los Zombies se convirtió en un aliado. Juntos, Andriy y los zombis crearon una gran fiesta en el valle. La risa, el baile y la felicidad llenaban el espacio, y poco a poco, la magia se fue desvaneciendo, restaurando la paz y la alegría del lugar. Desde ese día, Andriy se convirtió en un gran amigo de los zombis y cada semana organizaban bailes y juegos, disfrutando y creando recuerdos felices en su hermoso valle.
Y así, Andriy aprendió que la verdadera fuerza no sólo viene de luchar, sino también de unirse, compartir y alegrarse.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Los amigos y la alegría son muy importantes, no importa de dónde vengas. ¡Siempre hay un lugar para la amistad!
FIN.