Anek y el Juego de la Amistad
En un colorido salón de clases, lleno de risas y juegos, los niños de la escuela primaria 'El Arco Iris' esperaban ansiosos el recreo para salir al patio. Todos, menos Anek, que permanecía en su pupitre, absorto en un libro.
Día tras día, Anek se encerraba en su mundo de historias, donde los dragones y los castillos eran su mejor compañía. Sus amigos, Sofía, Lucas y Tomás, lo observaban con preocupación.
"¿Por qué no jugás con nosotros, Anek?"- preguntó Sofía con una sonrisa amistosa, mientras tiraba una pelota azul.
"No sé, prefiero seguir leyendo"- contestó Anek sin levantar la vista de su libro.
Tomás, el más inquieto del grupo, se acercó a Anek y dijo:
"Pero, Anek, todos estamos esperando que vengas. ¡Podemos jugar al escondite!"-
"¿No te gustaría ser parte de nuestras aventuras en la realidad?"- añadió Lucas, haciendo una mueca cómica para hacerlo reír.
Anek miró a sus amigos, pero seguía sin sentirse seguro. Había algo en jugar al aire libre que le intimidaba. Entonces, la profesora, la Sra. Martínez, se acercó.
"Anek, a veces es bueno salir y compartir un poco. Las aventuras en la vida real pueden ser igual de emocionantes que las de los libros"- le aconsejó la docente.
"Yo no estoy seguro..."- murmuró Anek, sintiéndose aún más inquieto.
Un día, después de una semana de hacerlo, Sofía tuvo una idea brillante.
"¡Hagamos un juego donde cada uno de nosotros cuente una parte de una historia! Anek puede empezar, y así podemos hacerlo juntos, pero en el patio"- propuso.
Los demás estuvieron de acuerdo y Anek sintió una pequeña chispa de emoción. ¿Podría ser que jugar y contar una historia al mismo tiempo fuera posible?"Bueno, está bien..."- aceptó con una sonrisa tímida.
Así fue como, el lunes siguiente, Anek hizo su primera aparición en el juego. Empezaron en el patio:
"Érase una vez un dragón que vivía en una montaña muy lejana"- empezó Anek, sintiendo que su voz se volvía más segura.
Todos los niños escuchaban atentamente, haciéndole preguntas y añadiendo sus propias ideas a medida que la historia avanzaba. Al final de la primera ronda, Anek ya no se sentía un extraño entre ellos.
"¡Ahora me toca a mí!"- gritó Lucas.
La historia se fue formando en torno a un jardín mágico y criaturas fantásticas, llenando el patio de risas y creatividad. A medida que compartían sus ideas, Anek descubrió lo divertido que era jugar en grupo.
Pasaron los días y Anek se unía cada vez más al juego, se animó tanto, que un día propuso:
"¡Hagamos una obra basada en nuestra historia!"- sugirió emocionado.
La clase se llenó de entusiasmo. Pronto, comenzaron a hacer disfraces y repartir papeles para la representación. Anek se convirtió en el dragón y se sintió como el rey del cielo.
La noche de la obra, los padres llegaron al salón, lleno de risas y aplausos. Anek se dio cuenta de que había logrado lo que nunca se había imaginado: ser parte de una aventura real con sus amigos.
"Gracias, chicos. Nunca pensé que jugar podría ser tan divertido"- les agradeció Anek, sonriendo de oreja a oreja.
Aquel día, comprendió que compartir su mundo con los demás llevaba a nuevas aventuras. Desde ese momento, dejó su libro a un lado por un rato y se unió a sus amigos en el patio, creando historias que resonaron en sus corazones, pero esta vez, juntos, en el mundo real.
FIN.