Ángel, el niño desobediente



Había una vez un niño llamado Ángel que vivía en un pequeño pueblo lleno de oportunidades para explorar, jugar y aprender. A pesar de tener una familia amorosa y amigos sinceros, Ángel tenía una peculiaridad: le encantaba desobedecer. Siempre tomaba decisiones apresuradas y a menudo no escuchaba los consejos de sus mayores.

Una mañana, su mamá le dijo:

"Ángel, recuerda que no debes acercarte al río sin que yo esté cerca. Es peligroso y podría ocurrir un accidente."

Ángel, con su espíritu inquieto, decidió ignorar la advertencia de su mamá.

Esa tarde, se acercó al río con sus amigos, Lucas y Sofía. La corriente era fuerte, y aunque sabía que debía regresar, el deseo de jugar con sus amigos era más fuerte.

"Vamos a saltar de roca en roca, será divertido", dijo Lucas.

"¡Sí! No pasa nada, el agua parece tranquila", respondió Ángel emocionado.

Sofía, que siempre había sido precavida, se quedó mirando desde la orilla:

"Chicos, no creo que sea buena idea..."

Pero a Ángel no le importaba, y comenzó a saltar de una roca a otra con gran destreza. Pero en un instante, perdió el equilibrio y cayó al agua. La corriente lo arrastró rápidamente, y él comenzó a gritar:

"¡Ayuda! ¡No sé nadar!"

Los amigos quedaron sorprendidos y asustados. Sofía corrió a buscar ayuda, mientras Lucas intentaba ayudarlo desde la orilla, pero la fuerza del agua lo hacía difícil. En pocos minutos, algunos adultos reaccionaron y se lanzaron al río con un salvavidas.

Después de un momento que pareció eterno, lograron sacar a Ángel del agua. Estaba empapado, tiritando y con el corazón latiendo a mil por hora.

"¿Estás bien, Ángel?", le preguntó un adulto mientras lo envolvía en una manta.

"Sí, pero tengo mucho miedo", respondió Ángel, dándose cuenta de la gravedad de lo que había hecho.

A partir de ese día, Ángel comprendió la importancia de escuchar. Se dio cuenta que la desobediencia no solo ponía en riesgo su seguridad, sino también la tranquilidad de su familia y amigos.

"Prometo escuchar más a mamá y no desobedecer", le dijo a Sofía cuando se reunieron nuevamente.

Sofía sonrió:

"Me alegra que estés bien, Ángel. Todos aprendemos de nuestros errores."

Lucas también se acercó:

"Lo importante es que ahora sabes lo que puede pasar cuando no seguimos las reglas. ¡Aprendamos juntos a ser más responsables!"

Desde entonces, Ángel se convirtió en un niño más obediente y responsable. Se tomó en serio los consejos de sus padres y amigos, y también comenzó a ayudar a otros niños a entender la importancia de escuchar. A veces, todavía sentía la tentación de desobedecer, pero recordaba aquel día en el río y cómo su vida había cambiado.

Con el tiempo, el pueblo se convirtió en un lugar más seguro, y Ángel se sintió orgulloso de ser un ejemplo para los demás. Aprendió que la aventura y la diversión a veces iban de la mano con la responsabilidad y que es importante cuidar de uno mismo y de los demás.

Y así, la historia de Ángel, el niño desobediente, se transformó en una lección para todos, y se convirtió en un niño querido y respetado en su pequeño pueblo lleno de amor y aventuras.

FIN.

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