Ángela, la niña inquieta



Ángela era una niña muy inquieta y juguetona. Vivía con su mamá biológica y su abuela, quienes la querían con todo su corazón. Sin embargo, Ángela a veces encontraba difícil recibir órdenes y hacer caso. Le gustaba correr, saltar y explorar el mundo a su manera, lo que a menudo la metía en problemas.

Un día, mientras jugaba en el jardín, Ángela se encontró con una mariposa herida. Sin dudarlo, tomó a la mariposa con cuidado y corrió hacia su mamá biológica para pedirle ayuda. "Mamá, mamá, ¡mira lo que encontré! ¿Podemos curar a esta mariposa juntas?", exclamó Ángela con urgencia. Su mamá, sorprendida por la determinación de Ángela, asintió y juntas cuidaron a la mariposa hasta que estuvo lista para volar de nuevo.

Esa noche, durante la cena, la abuela de Ángela elogió su bondad y valentía al rescatar a la mariposa. Ángela sonrió con orgullo, disfrutando de la atención y los elogios. Sin embargo, cuando su abuela le pidió que se lavara las manos antes de cenar, Ángela torció el gesto y se resistió. "No quiero lavarme las manos, ¡quiero comer ahora!", protestó. Su abuela suspiró con paciencia, recordándole dulcemente la importancia de la higiene.

Al día siguiente, Ángela visitó a su vecina, la señora Marta, quien le contó historias emocionantes sobre viajes y aventuras. Al escuchar atentamente cada palabra de la señora Marta, Ángela sintió un cosquilleo en su interior. "¿Puedo aprender a viajar como usted, señora Marta?", preguntó emocionada. La señora Marta sonrió y le dijo a Ángela que conocer el mundo dependía de escuchar, aprender y seguir las instrucciones adecuadas.

Después de despedirse de la señora Marta, Ángela se detuvo a pensar en sus palabras. Comenzó a comprender que algunas reglas y órdenes estaban destinadas a guiarla hacia experiencias maravillosas, como ayudar a la mariposa o aprender a viajar. Decidió que, aunque le costara, intentaría ser más receptiva a las indicaciones.

Con el tiempo, Ángela aprendió a equilibrar su energía juguetona con la escucha atenta y la obediencia cuando era necesario. Sus mamás y su abuela notaron el cambio y estaban felices de verla crecer de esa manera. Ángela siguió siendo una niña inquieta y juguetona, pero ahora también era consciente de la importancia de recibir y seguir órdenes adecuadas.

Y así, Ángela continuó creciendo y explorando el mundo, sabiendo que su curiosidad y su capacidad para seguir las normas la llevarían a vivir muchas aventuras emocionantes.

FIN.

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