Angie y el Bosque Encantado



Había una vez una niña llamada Angie que vivía en un pequeño pueblo bordeado por un misterioso bosque. Desde que era muy pequeña, había escuchado historias contadas por su abuela sobre el bosque encantado, donde los animales hablaban y las plantas tenían colores que nunca había visto. Un día, su curiosidad fue más fuerte que cualquier advertencia y decidió aventurarse en el bosque.

Cuando Angie cruzó la frontera del bosque, se sintió envuelta en un aire fresco y dulce. Árboles altos cubrían el cielo, y flores de todos los colores brotaban por doquier. De repente, un conejo con un pequeño sombrero y una corbata se le acercó.

"¡Hola! Soy Rocco, el conejo aventurero. ¿Cómo te llamás?"

"¡Hola! Soy Angie. ¡Es un placer conocerte!"

"¿Sabías que este bosque es mágico? Aquí todo puede suceder, pero hay que tener cuidado con la trampa de un viejo búho que ama los acertijos. Si lo desafías, podrías terminar perdido en un laberinto de ilusiones."

Angie sintió una punzada de miedo pero su espíritu aventurero la empujaba a seguir adelante.

"¿Dónde está ese búho?"

"A la izquierda, en el árbol más viejo del bosque. Pero no olvides, Angie, hay que ser astuto para resolver sus acertijos. ¡Buena suerte!"

Con determinación, Angie avanzó hasta encontrar el imponente árbol, donde un búho de plumas brillantes estaba posado.

"Hola, pequeña. Soy Don Búho. Si quieres seguir explorando el bosque, tendrás que resolver un acertijo."

"Estoy lista. ¿Cuál es?"

"Escucha con atención: yo hablo sin boca y oigo sin orejas. No tengo cuerpo, pero tengo millones de voces. ¿Qué soy?"

Angie trató de pensar en todas las cosas que conocía. Se imaginó a sí misma hablando con Rocco y a los árboles susurrando entre sí. De repente, una idea brillante cruzó por su mente.

"¡Eres un eco!"

"¡Correcto! Eres más inteligente de lo que pareces. Ahora puedes explorar el bosque, pero recuerda, el camino de vuelta no siempre es el que parece."

Angie siguió explorando, encontrando criaturas simpáticas como una ardilla que hacía malabares y un pájaro que cantaba melodías alegres. Sin embargo, cuando decidió regresar, se dio cuenta de que había perdido el rumbo.

"Rocco, ¿me podés ayudar a encontrar el camino de vuelta?"

"Sí, pero primero necesitamos buscar un guía. Las luciérnagas me han contado sobre una tortuga sabia que vive cerca del arroyo. ¡Vamos!"

Juntos llegaron al arroyo, donde encontraron a la tortuga llamada Sabia.

"¡Hola, pequeños exploradores! ¿Qué buscan?"

"Estamos perdidos y necesitamos volver a casa, pero no sabemos como."

"A veces, para encontrar el camino, uno debe mirar dentro de sí mismo. ¿Qué te gustaría decirle a tu casa?"

"Me gustaría contarle que vi un conejo que habla y árboles que susurran..."

"Entonces sigue esas palabras en tu corazón, y podrás encontrar el camino. Recuerda las maravillas que has visto y esas te guiarán."

Así que Angie cerró los ojos y pensó en todo lo hermoso que había experimentado en el bosque. Luego, comenzó a caminar, y with Rocco a su lado, el bosque de pronto parecía menos intimidante. Las flores comenzaron a brillar y los caminos a presentarse nuevamente.

Finalmente, después de una hermosa jornada, llegaron al borde del bosque.

"¡Lo logramos!"

"Sí, Angie. A veces el mejor camino es el que llevamos en nuestro corazón."

"Gracias, Rocco. Nunca olvidaré lo que aprendí hoy."

"Y yo tampoco. Hasta la próxima aventura, amiga."

Angie regresó a casa con una sonrisa y un corazón tan grande como el bosque. Desde ese día, cada vez que pasaba cerca del bosque, recordaba las lecciones aprendidas: el valor de la curiosidad, la importancia de la amistad y que, a veces, el hogar está donde está nuestro corazón.

FIN.

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