Anita y la tormenta solidaria



Había una vez en un pequeño hormiguero, una hormiguita muy trabajadora y diligente llamada Anita. Anita era conocida por ser la más veloz recolectando alimentos para su familia.

Un día, mientras estaba buscando comida, de repente el cielo se oscureció y empezó a llover torrencialmente. - ¡Ay, qué susto! -exclamó Anita al ver las enormes gotas de agua caer del cielo. Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr tan rápido como pudo hacia su hogar.

Pero el camino se volvió resbaladizo y peligroso debido a la lluvia intensa. A pesar de sus esfuerzos, Anita no lograba avanzar lo suficientemente rápido. - ¡Mamá me estará esperando para almorzar! -pensaba preocupada mientras seguía corriendo bajo la lluvia.

El pedacito de hoja que llevaba para compartir con su familia se mojaba cada vez más, pero ella no quería rendirse.

Finalmente, llegó un momento en que las fuerzas le empezaban a faltar y parecía imposible llegar a casa antes de que la comida se arruinara por completo.

Justo cuando creyó que ya no podría continuar, escuchó una voz familiar entre la lluvia:- ¡Anita! ¡Aquí estoy! Era su madre, quien había salido en busca de ella al notar que tardaba demasiado en regresar. Con un gran esfuerzo y ayudada por su mamá, lograron llegar juntas al hogar justo a tiempo antes de que el almuerzo se arruinara por completo. - ¡Gracias mamá! -dijo Anita entre respiraciones agitadas-.

Pensé que nunca llegaría a tiempo. Su mamá le dio un abrazo cálido y amoroso antes de decirle:- Siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites, querida. Recuerda que juntas podemos superar cualquier desafío.

Desde ese día en adelante, Anita aprendió la importancia de trabajar en equipo y valorar el apoyo incondicional de su familia. Y aunque las tormentas pudieran ser fuertes, sabía que siempre habría alguien dispuesto a ayudarla a salir adelante.

FIN.

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