Anita y las manzanas doradas de Marte



Había una vez una niña llamada Anita, que tenía un gran amor por las manzanas. Ella las comía todos los días y no podía imaginar su vida sin ellas.

Pero un día, se enteró de que en Marte había unas manzanas doradas muy especiales que eran aún más deliciosas que las que ella estaba acostumbrada a comer.

Anita no podía resistir la tentación de probar esas manzanas doradas, así que decidió emprender un viaje espacial hacia el planeta rojo. Con la ayuda de su amigo robot, construyeron una nave espacial y partieron hacia su aventura. Después de varios días de viaje, finalmente llegaron a Marte.

Pero cuando desembarcaron en el planeta, se dieron cuenta de que habían perdido toda su comida durante el trayecto y estaban hambrientos. "Oh no, ¿cómo vamos a conseguir las manzanas si estamos tan débiles?" -preguntó Anita preocupada. "No te preocupes amiga Anita" -respondió el robot-.

"Tengo unos paneles solares adicionales para recargar mi energía y algunos kits de emergencia con alimentos liofilizados". Con la ayuda del robot pudieron recuperar fuerzas y comenzaron a buscar las manzanas doradas.

Sin embargo, pronto descubrieron que ese tesoro era guardado por una tribu marciana muy hostil. "¿Qué hacemos ahora?" -preguntó Anita temerosa. "No te preocupes amiga Anita" -respondió el robot-. "Soy experto en idiomas extraterrestres y puedo comunicarme con ellos".

El robot habló con los marcianos y descubrió que estaban dispuestos a intercambiar las manzanas doradas por algo que ellos valoraran más. Así que Anita y el robot buscaron en la nave espacial algo que pudieran ofrecer.

Encontraron un pequeño jardín hidropónico con plantas de diferentes colores y formas, que habían cultivado durante el viaje. Los marcianos quedaron maravillados con ellas y aceptaron hacer el trueque.

Anita estaba muy feliz de haber conseguido las manzanas doradas, pero también aprendió una gran lección: nunca subestimes tus habilidades ni las de los demás, siempre hay soluciones creativas para superar cualquier problema.

Con su nave llena de manzanas doradas, Anita regresó a casa orgullosa de sí misma por haber logrado su objetivo y sabiendo que había ganado nuevos amigos en Marte gracias a su valentía e ingenio.

FIN.

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