Anita y su nuevo hogar



Había una vez, en un pequeño pueblo, una niña llamada Anita. Cada día, pasaba horas sentada en el columpio del parque, mirando a las familias que jugaban y se reían. Anita era una niña muy especial, pero había un problema: había sido abandonada, y no sabía por qué. Sin embargo, tenía un gran corazón y siempre soñaba con encontrar un lugar al que pertenecer.

Un día, mientras jugaba en el parque, conoció a un viejo perro llamado Max. Max parecía saber que Anita estaba triste.

"¿Por qué no juegas con los demás niños?" - le preguntó Max.

"No tengo familia, y no sé cómo hacer amigos" - respondió Anita con un suspiro.

Max movió la cola y dijo "No necesitas una familia para tener amigos. ¿Qué tal si jugamos a hacer nuevos amigos juntos?" - Y así, comenzaron a correr y a jugar por todo el parque.

Cuando terminaba el día, Anita se dio cuenta de que se sentía más feliz. Max le enseñó a ser valiente y a saludar a los otros niños.

"Hola, soy Anita, ¿quieres jugar conmigo?" - les dijo a algunos niños que estaban cerca.

Los otros niños sonrieron y aceptaron su invitación. "¡Sí! Vamos a jugar al escondite!" - dijeron. Anita no podía creerlo; ¡estaba haciendo amigos!

Con el tiempo, Anita y Max se volvieron inseparables. Juntos exploraron el pueblo, visitaron la biblioteca y compartieron aventuras. Un día, decidieron hacer una búsqueda del tesoro. Max dijo:

"Anita, la vida es como un tesoro. ¡Necesitamos encontrar las maravillas que hay en ella!" -

Así que dibujaron un mapa y comenzaron su búsqueda. Recorrieron el mercado, donde conocieron a una anciana que vendía flores.

"¿Qué es lo que más quieres en la vida, Anita?" - le preguntó la anciana.

"Quiero encontrar mi hogar" - contestó.

La anciana sonrió y le dijo:

"Un hogar no siempre es un lugar físico. A veces, un hogar son las personas que te rodean y te quieren".

Anita reflexionó sobre esto mientras continuaba su búsqueda. El siguiente lugar en su mapa era el río. Allí, conocieron a un grupo de niños que estaban haciendo barcos de papel.

"¿Pueden enseñarnos?" - preguntó Anita con curiosidad.

Los niños asintieron y pronto, todos estaban creando barcos. Mientras se reían, uno de los niños se acercó a Anita.

"¿Por qué no estás en casa?" - le preguntó.

"No tengo hogar. Estoy en busca de uno" - respondió.

El niño pensó por un momento y dijo:

"Podés venir a jugar con nosotros siempre que quieras. ¡Eres muy divertida!" -

Ese simple comentario llenó el corazón de Anita de alegría. Aquel día, estaban jugando cuando Max hizo un movimiento inesperado y se lanzó al agua. Todos gritaron y se acercaron rápidamente.

"¡Max! ¡Vuelve!" - exclamó Anita desesperada.

Max, con su espíritu aventurero, nadó y logró regresar a la orilla, empapado pero feliz. Los niños aplaudieron a Max, y en ese momento, Anita se dio cuenta de que había encontrado algo muy valioso: la amistad.

Ese fin de semana, junto a sus nuevos amigos, crearon un club llamado "Los amigos del tesoro". Pasaron días enteros explorando, haciendo manualidades y aprendiendo juntos. Anita sintió que había encontrado su lugar en el mundo.

Siempre recordaría las palabras de la anciana "El hogar está en las personas que te quieren"-. Un día, mientras estaban en su club, uno de los niños dijo:

"Anita, ya no sos solo una niña abandonada. Eres parte de nuestra familia ahora" -

Anita sonrió con lágrimas en los ojos, sintiendo el calor en su corazón.

Y así, con Max a su lado y rodeada de amigos, Anita finalmente encontró su hogar no en un lugar, sino en el amor y la amistad que la rodeaba.

Desde entonces, nunca se sintió sola, y cada día agradecía por sus nuevos amigos que hacían que su vida fuera un grandioso tesoro.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!