Annie y el Unicornio Rosa
Era una soleada mañana en Bogotá, cuando Annie, una niña de 5 años con una sonrisa brillante y una imaginación desbordante, decidió salir a jugar al parque. Mientras exploraba el jardín lleno de flores coloridas, un destello rosa llamó su atención.
"¿Qué será eso?", se preguntó Annie, acercándose con curiosidad. Al llegar, se encontró con un maravilloso unicornio rosa, cuyo brillo resplandecía como las estrellas en el cielo. Tenía una hermosa melena de colores y unos ojos que reflejaban la magia del mundo.
"Hola, Annie!" - dijo el unicornio con una voz suave y melodiosa. "Soy Lumina, el unicornio rosa del reino de los sueños. He estado esperándote. ".
Annie se quedó paralizada, boquiabierta.
"¿Me estabas esperando a mí? ¡No puedo creerlo!" - exclamó emocionada.
Lumina sonrió. "Sí, porque hoy vamos a vivir una aventura increíble. ¿Estás lista?"
Sin pensarlo dos veces, Annie asintió con entusiasmo. Entonces, Lumina extendió su brillante cuerno y de repente, un arco iris apareció en el cielo, creando un camino lleno de luz que las llevó volando hacia el reino de los sueños.
Cuando aterrizaron, Annie se dio cuenta de que todo a su alrededor era mágico: árboles de caramelos, ríos de chocolate y flores que cantaban. Era un lugar de ensueño.
"¡Este lugar es increíble!" - gritó Annie, saltando de alegría.
"Sí, pero no todo es diversión. En el reino hay un problema. El cristal de los deseos ha desaparecido y sin él, la magia se apaga." - explicó Lumina, con un tono preocupado.
"¿Qué podemos hacer?" - preguntó Annie, llena de determinación.
"Debemos encontrarlo antes de que se acabe el día. Hay que cruzar la selva encantada y resolver acertijos para llegar al castillo de cristal. Vamos, te enseñaré a ser valiente y a confiar en ti misma."
Tomadas de la mano, las dos amigas comenzaron su viaje. Mientras avanzaban, se encontraron con un pequeño dragón que lloraba bajo un árbol.
"¿Por qué estás triste?" - preguntó Annie, acercándose.
"He perdido mi fuego mágico y no puedo volar. Sin él, no puedo ayudar a mis amigos en la selva." - sollozó el dragón.
Lumina se inclinó y miró al dragón con compasión. "Annie, ¿qué crees que podríamos hacer para ayudarlo?"
Annie pensó un momento y luego dijo: "Podemos buscar el fuego mágico. Tal vez está en el castillo de cristal. "
"¡Sí!" - exclamó el dragón, entusiasmado. "Déjenme acompañarlas! Tengo mapas de la selva y podré guiarlas."
Así, el dragón se convirtió en parte del equipo y juntos continuaron su travesía. En la selva encontraban acertijos mágicos que debían responder. Annie, con ayuda de Lumina y el dragón, usó su creatividad y valentía para resolverlos.
Finalmente, llegaron al castillo de cristal, donde un guardián los esperaba.
"¿Quiénes se atreven a entrar aquí?"
"Nosotros venimos a recuperar el cristal de los deseos y ayudar a nuestro amigo dragón!" - gritó Annie con confianza.
El guardián los observó por un momento y luego sonrió. "Para pasar, deben demostrar que tienen el valor y la amistad en sus corazones. Cuéntenme, ¿qué es para ustedes la amistad?"
Annie miró a Lumina y al dragón, y con decisión respondió: "La amistad es ayudarse, reír juntos y ser valientes en los momentos difíciles. Nos apoyamos mutuamente y hacemos magia juntos."
El guardián sonrió y les permitió entrar. En el interior del castillo, sobre un pedestal relucía el cristal de los deseos. Annie y sus amigos corrieron para tomarlo, y al hacerlo, una luz brillante llenó el lugar.
"¡Lo logramos!" - exclamó Lumina, y el dragón dio vueltas de alegría.
Al regresar con el cristal, la magia del reino se restauró. El dragón recuperó su fuego mágico y pudo volar.
"Gracias por ayudarme, ahora puedo ser un héroe en mi selva!" - dijo el dragón.
"No olvides que lo hicimos juntos, ¡eso es lo más importante!" - respondió Annie, sonriendo.
Finalmente, Lumina llevó a Annie de vuelta a Bogotá. "Recuerda, Annie. La verdadera magia reside en tu corazón y en la amistad que construyes. Cada vez que necesites recordar esto, mira hacia el cielo, ya que cada estrella es un sueño posible. "
"¡Gracias, Lumina!" - dijo Annie, llena de gratitud, al despedirse de su amiga mágica.
Y así, con un nuevo amanecer, Annie aprendió que la valentía y la amistad pueden crear aventuras inolvidables, donde todos pueden brillar. Nunca dejó de soñar, porque sabía que la magia siempre estaría a su alrededor.
FIN.