Annie y los amigos del bosque



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegría, una niña llamada Annie. Annie era muy curiosa y aventurera, le encantaba explorar cada rincón del lugar donde vivía.

Un día soleado, decidió salir a dar un paseo por el bosque que se encontraba al otro lado del río. Annie se puso su sombrero de exploradora, agarró su mochila con agua y algunas golosinas y comenzó su caminata hacia el bosque.

Mientras caminaba por el sendero empedrado, escuchaba el canto de los pájaros y sentía la brisa fresca acariciar su rostro. Al llegar al bosque, Annie se adentró entre los árboles altos y frondosos. De repente, escuchó un ruido extraño que venía de un arbusto cercano.

Con valentía se acercó y descubrió a un conejito atrapado entre las ramas. "¡Oh no! ¿Estás bien, pequeño conejito?" -preguntó Annie preocupada mientras liberaba al animalito.

El conejito saltó de alegría y comenzó a brincar alrededor de Annie como si le estuviera agradeciendo. Luego de jugar un rato juntos, el conejito corrió hacia un camino desconocido en el bosque. "¡Espera! ¡No te vayas tan lejos!" -exclamó Annie mientras lo seguía.

El camino llevó a Annie a una clara del bosque donde encontró una familia de ardillas construyendo su nido en lo alto de un árbol. Las ardillas trabajaban arduamente recolectando ramitas y hojas para hacerlo más acogedor.

"¡Hola amiguitas ardillas! ¿Puedo ayudarlas?" -preguntó Annie con entusiasmo. Las ardillas asintieron felices y le indicaron dónde podía encontrar más material para el nido. Juntas trabajaron durante horas hasta que el nido quedó perfecto para la familia de ardillas.

Agradecidas, las ardillas invitaron a Annie a compartir unas nueces y frutas que habían guardado para celebrar. Mientras disfrutaban de la merienda, vieron caer la tarde lentamente sobre el bosque llenándolo todo con tonos anaranjados y dorados.

"Gracias por tu ayuda, querida amiga humana" -dijo la mamá ardilla con cariño. "Has demostrado ser valiente, bondadosa y solidaria.

"Con lágrimas en los ojos por la emoción del momento compartido con sus nuevos amigos animals, Annie abrazó a las ardillas antes de despedirse para regresar a casa antes del anochecer. Caminando de regreso por el sendero iluminado por la luz crepuscular, recordaba cada momento mágico vivido ese día en el bosque: rescatando al conejito atrapado, ayudando a las ardillas con su nido y compartiendo momentos especiales juntas.

Al llegar a Villa Alegría cuando ya oscurecía completamente, sintió una profunda satisfacción en su corazón sabiendo que siempre habrían aventuras esperándola allí afuera para seguir descubriendo junto a sus amigos del bosque.

FIN.

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