Antón, el Pollito Explorador
En un hermoso gallinero en el campo, vivía un pollito llamado Antón. Antón era un pollito curioso, siempre listo para nuevas aventuras junto a sus cinco hermanos: Lili, Tino, Pipo, Nela y Roni. Mientras sus hermanos preferían quedarse en el gallinero y jugar, Antón soñaba con explorar el mundo que había más allá de la cerca.
Un día, mientras todos jugaban al escondite, Antón decidió que era el momento de aventurarse. "Voy a ver qué hay detrás del monte", se dijo a sí mismo. Con el corazón latiendo de emoción, se despidió de sus hermanos.
"-¡Dónde vas, Antón?" -preguntó Lili, sin dejar de mirar a su hermano con preocupación.
"-Voy a descubrir cosas nuevas, ¡será divertido!" -respondió Antón con una sonrisa.
Sin pensarlo dos veces, Antón se adentró en la pradera. Todo era tan emocionante: había flores de colores, mariposas que volaban y hasta un arroyo que cantaba con el murmullo del agua. Antón saltó y correteó, disfrutando de cada rincón.
Pero no todo fue fácil. Cuando llegó a un gran árbol, vio que entre sus raíces, un grupo de hormigas trabajaba arduamente. Antón se acercó, intrigado por su actividad.
"-¿Qué están haciendo?" -preguntó Antón, a la vez que se asomaba entre las hojas.
"-Estamos recolectando comida para el invierno," -respondió una hormiga con apuros. "Es un trabajo muy importante para nuestra colonia."
Antón pensó en cómo sus hermanos jugaban mientras el tiempo pasaba. "-Parece que es un trabajo duro, pero muy valioso. ¿Puedo ayudarles?" -les preguntó con sinceridad.
"-¡Claro! Cuantos más seamos, más rápido terminaremos!" -dijo la hormiga, emocionada. Antón se unió a ellas, y aunque nunca había trabajado duro en su vida, rápidamente comprendió la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo.
Después de un buen rato, Antón se despidió de sus nuevas amigas y siguió su camino. Al llegar al arroyo, notó un pequeño pez atrapado entre unas piedras.
"-¡Ayuda!" -graznó el pez desesperado.
"-¡No te preocupes! Voy a ayudarte!" -dijo Antón, decididamente. Usó su pico para mover las piedras y liberar al pez. "-¡Gracias, amigo! Eres muy valiente!" -dijo el pez al nadar libremente.
Antón sonrió, sintiéndose orgulloso de haber ayudado. Pero el día estaba llegando a su fin y sabía que era momento de regresar al gallinero.
Cuando llegó, sus hermanos lo esperaban, ansiosos.
"-¿Dónde estuviste, Antón?" -preguntó Tino, con los ojos bien abiertos.
"-¡Aventuras! Ayudé a un grupo de hormigas y rescaté a un pez!" -contó entusiasmado.
Los hermanos miraron a Antón admirados.
"-¡Queremos escuchar todo!" -dijo Nela, acercándose a él.
Antón se sintió feliz al compartir sus historias, y se dio cuenta de que siempre sería mejor explorar acompañado. Desde aquel día, Antón organizó pequeños viajes de aventura con sus hermanos, enseñándoles sobre la importancia de ayudar a los demás y trabajar en equipo. Juntos descubrieron el valor de la amistad, la colaboración y la diversión en la exploración.
Así, el gallinero no solo era su hogar, sino también el inicio de grandes aventuras que siempre recordarían.
Y así, Antón, el pollito explorador, se convirtió en un líder, un amigo valiente, y enseñó a sus hermanos a ver el mundo con curiosidad y generosidad. Al final del día, la verdadera exploración no solo estaba en lo que encontraban, sino en lo que aprendían y compartían juntos.
FIN.