Antonio, el Niño Artista



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Antonio. Desde muy pequeño, Antonio mostraba una gran pasión por el arte. Su lugar favorito era el parque, donde se sentaba en una banca con su cuaderno y lápices, dibujando todo lo que le rodeaba: los árboles, las flores y, sobre todo, a su perrito Rocco.

Un día, mientras dibujaba, se acercó una niña llamada Sofía.

"¿Qué estás haciendo, Antonio?" - preguntó curiosa.

"Estoy dibujando a Rocco, ¿te gusta?" - respondió él levantando su hoja.

"¡Es hermoso! Nunca había visto un dibujo tan bonito" - exclamó Sofía.

Antonio sonrió, lleno de orgullo. Se hicieron amigos y empezaron a dibujar juntos en el parque. Sin embargo, un día, al llegar, vieron que había un gran cartel en el parque.

"¿Qué es eso?" - preguntó Sofía.

"Parece que van a hacer un concurso de arte para los niños del barrio" - dijo Antonio emocionado.

"¡Debemos participar!" - sugirió Sofía.

"Sí, pero... no sé si soy lo suficientemente bueno para ganar" - dudó Antonio.

Sofía lo miró con determinación.

"Antonio, el arte no se trata solo de ganar. Se trata de expresar lo que sientes. ¡Vamos!"

Antonio decidió anotarse en el concurso, pero a medida que se acercaba el día, sus dudas crecían. A cada rato, veía a otros niños preparando sus obras. Un niño, Tomás, siempre presumía de sus habilidades.

"Yo voy a ganar, Federico nunca me ha ganado" - decía Tomás a todos.

Eso sólo aumentó la inseguridad de Antonio, pero Sofía lo apoyaba:

"Recuerda, lo importante es disfrutar lo que haces. ¿Qué quieres transmitir con tu dibujo?"

"Quiero mostrar lo bello que es nuestro parque, y lo feliz que me hace dibujar aquí" - contestó Antonio con más confianza.

El día del concurso llegó. Todos los niños mostraban sus trabajos. Antonio miraba con asombro las creaciones de los demás.

"¡Mirá qué hermoso!" - decía Sofía.

"Sí, son muy buenos..." - respondió Antonio con un brillo apagado en los ojos.

Cuando llegó su turno, sintió un nudo en el estómago. Subió al escenario con su dibujo.

"¡Hola a todos! Soy Antonio. Este dibujo es mi interpretación de nuestro parque, lo que siento cada vez que vengo aquí" - dijo con voz temblorosa.

Al final de su presentación, la multitud aplaudió.

"¡Bravo, Antonio!" - gritaron algunos niños.

Tomás, que estaba a su lado, hizo una mueca.

"Eso no fue tan bueno como crees, Antonio" - dijo burlón.

"Tal vez no, pero es mi arte, y eso es lo que importa" - le respondió Antonio con valor.

Finalmente, el jurado comenzó a deliberar. Antonio estaba nervioso, pero Sofía le murmuró:

"Ganemos o no, hiciste algo increíble. Estoy orgullosa de ti".

Al final, anunciaron los ganadores. Antonio escuchó su nombre y se quedó paralizado.

"¿Yo?" - preguntó incrédulo.

"¡Sí! Has ganado el primer premio, Antonio!" - exclamó el juez.

La multitud estalló en aplausos. Antonio sonrió con lágrimas en los ojos. El arte realmente había significado mucho para él.

"No lo hizo por ganar. Lo hice porque lo amo", susurró Antonio.

"¿Y qué harás con tu premio?" - le preguntó Sofía.

"Donaré parte a la restauración del parque. Quiero que todos sigan disfrutando de este lugar mágico".

Así, Antonio no solo ganó un concurso, sino que también aprendió que compartir su arte y su pasión era la verdadera victoria. Y, por supuesto, bajo la sombra de los árboles del parque, siguió dibujando, siempre con Rocco a su lado. Y aunque Tomás nunca dejó de intentar ser el mejor, Antonio descubrió que el arte es un camino lleno de aprendizajes y amistad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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