Anya y el misterio de la puerta mágica



Anya era una niña de siete años que vivía en una hermosa casita en el campo, rodeada de flores y árboles. Sus padres la querían mucho y siempre le enseñaban sobre la naturaleza y la importancia de cuidar el mundo que la rodeaba. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un gato especial, un gato espiritual llamado Dorami.

"Hola Anya, soy Dorami, el guardián de los sueños y de los espíritus de la humanidad" - dijo el gato con una voz suave y melodiosa.

Anya, sorprendida, sonrió.

"¡Hola, Dorami! Nunca había visto un gato como vos. ¿Qué haces aquí?" - preguntó curioseando.

"He venido a buscarte. Hay un mundo mágico que necesita tu ayuda. Hay una puerta mágica que te llevará allí" - respondió Dorami, estirándose con gracia.

Intrigada, Anya siguió a Dorami hasta un claro del bosque donde había un árbol gigante y una puerta antigua cubierta de musgo. Se veía misteriosa y encantadora.

"¿Vas a abrirla?" - inquirió Anya, llena de emoción.

"Sólo puedes abrirla si estás dispuesta a ayudar. Este mundo mágico está sufriendo, y la bondad de un corazón puro como el tuyo es lo que puede salvarlo. ¿Te animás?" - le preguntó Dorami, sus ojos brillarían como estrellas.

Anya asintió con determinación, y cuando tocó la puerta, esta se abrió revelando un paisaje maravilloso: bosques de colores vibrantes, ríos que cantaban y criaturas fantásticas.

"¡Bienvenida a Elendaria! Aquí, cada acción tiene consecuencias y los espíritus de la humanidad necesitan tu luz" - explicó Dorami mientras entraban.

En Elendaria, Anya conoció a varios personajes como Lía, una hada que cuidaba de las flores, y Benji, un valiente dragón que cuidaba de los árboles. Pero pronto se dio cuenta de que Elendaria estaba en problemas: un oscuro espíritu llamado Malgath había empezado a absorber la alegría de su hogar, causando que los colores se desvanecieran y los ríos dejaran de cantar.

"No podemos dejar que Malgath gane. ¿Qué podemos hacer, Dorami?" - preguntó Anya con preocupación.

"Debes encontrar los Cristales de la Alegría. Están escondidos en tres lugares. Cada cristal tiene un poder especial que podrás alcanzar ayudando a los habitantes de Elendaria." - explicó el gato.

Anya, llena de valor, se embarcó en su aventura. El primer cristal estaba escondido en el Jardín de la Amistad, donde las flores estaban marchitas.

"¿Por qué no florecen?" - preguntó Anya a Lía.

"Por culpa de Malgath. Solo volverán a florecer si alguien les cuenta una historia hermosa que les haga reír" - respondió la hada, triste.

"¡Yo tengo una historia!" - dijo Anya. Entonces, se sentó junto a las flores y comenzó a contarles sobre sus aventuras con Dorami y su vida en el campo, llenando el aire con risas y alegría. Las flores comenzaron a sonreír y pronto, un cristal brillante apareció en el centro del jardín.

"¡Lograste el primer cristal!" - exclamó Dorami.

Con una sonrisa, Anya continuó su búsqueda. En el segundo lugar, el Lago de los Susurros, encontró a Benji, quien se sentía solo. Los peces no nadaban por su tristeza.

"¿Cómo puedo ayudar?" - preguntó Anya.

"Debes hacer que todos canten para traer de vuelta la alegría al lago" - explicó Benji.

Anya pensó y recordó una canción que le enseñaron sus padres. Juntos, comenzaron a cantar, y pronto, los peces se unieron, creando una melodía encantadora. Al terminar, un segundo cristal brilló en la orilla.

"¡Dos cristales! Vamos por el último, Anya" - dijo Dorami, emocionado.

Finalmente, llegaron a la Montaña de los Recuerdos, donde todos los sueños y risas estaban atrapados. Allí encontraron a un viejo espíritu que lloraba.

"¿Por qué estás triste?" - preguntó Anya.

"He olvidado mi risa. Sin recuerdos felices, no puedo ser feliz" - respondió el espíritu.

Anya recordó su infancia y las risas con su familia.

"Voy a ayudarte a recordar. ¿Puedes contarme algo de tu vida?" - propuso.

El espíritu comenzó a relatar sus memorias, y con cada palabra, Anya le ofrecía otras de su vida. Las risas empezaron a brotar, llenando el aire. El cristal final apareció, iluminando la montaña.

Con los tres cristales en mano, Anya y Dorami se dirigieron a la sombra de Malgath.

"Siempre hay luz en los corazones, incluso en los más oscuros" - dijo Anya con valentía.

Malgath intentó asustarlos, pero con los cristales, Anya hizo un círculo de luz.

"La alegría no puede ser robada" - exclamó con firmeza. La luz brilló y la tristeza de Malgath comenzó a desvanecerse.

"¿Qué has hecho?" - preguntó sorprendido el espíritu oscuro.

"Recuperé la luz que tenés dentro. ¡Nunca es demasiado tarde para sonreír y encontrar la alegría!"

Con esas palabras, Malgath sonrió y, al igual que todos, se unió a la luz.

Elendaria resplandeció y tuvo vida nuevamente. Anya se despidió de sus nuevos amigos, prometiendo regresar y seguir cuidando del mundo que había aprendido a amar.

"Siempre estaré con vos, Anya. Tu luz es fuerte", dijo Dorami mientras la puerta mágica se cerraba detrás de ella.

Al volver a su hogar, Anya se sintió diferente. Sabía que podía hacer pequeñas acciones cada día para cuidar su mundo. A partir de ese momento, siempre llevó consigo la magia de Elendaria en su corazón.

Y así, la niña del campo aprendió que incluso los más pequeños pueden hacer un gran cambio por la alegría y el amor en el mundo.

FIN.

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