Apolo y el Gran Torneo de Caza Moscas



Érase una vez en un pequeño departamento de Buenos Aires, un adorable gatito llamado Apolo. Tenía un pelaje suave y gris, ojos brillantes como dos esmeraldas y una energía inagotable. Su pasatiempo favorito era cazar moscas que entraban por las ventanas durante el cálido verano.

Un día, mientras Apolo se preparaba para su caza diaria, escuchó a su dueña, una niña llamada Sofía, hablando con su amigo Mateo.

"Este fin de semana se hará el Gran Torneo de Caza Moscas en el parque!" - exclamó Mateo, emocionado.

La noticia hizo que sus ojos se iluminaran. ¡Un torneo! Apolo nunca había participado en algo así.

"Yo quiero ir, Sofía!" - maulló Apolo, corriendo hacia su dueña.

Sofía rió y acarició su cabecita.

"Vamos a prepararte, Apolo. Necesitas práctica."

Desde entonces, Sofía y Apolo se dedicaron a entrenar. Sofía colocaba pequeñas moscas de papel por toda la casa y Apolo se lançaba a cazarlas. Al principio, fallaba más de lo que acertaba.

"¡Vamos, Apolo! Usa tus patas!" - lo animaba Sofía.

Pero con cada intento, Apolo se volvía más ágil y rápido. Practicaban de mañana y tarde, y el gatito se sentía cada vez más seguro. Sin embargo, a medida que se acercaba el torneo, Apolo empezó a dudar de sí mismo.

"¿Y si no soy lo suficientemente bueno?" - le confesó una tarde a Sofía mientras miraban las moscas volar.

"Todos aprendemos y mejoramos. Ya has hecho tanto, Apolo. Lo importante es divertirse. ¡Eres un gran cazador!" - lo alentó ella.

El día del torneo llegó. El parque estaba lleno de otros gatos y sus dueños. Apolo se sintió un poco nervioso, pero la sonrisa de Sofía le dio confianza.

Durante la primera ronda, los gatos cazaban moscas de papel. Apolo observaba cómo otros gatos eran muy rápidos y decididos.

"No te desanimes, Apolo. Tú también puedes hacerlo!" - le gritó Sofía.

Cuando llegó su turno, Apolo respiró hondo. Recordó todos los entrenamientos y decidió divertirse. Corrió hacia las moscas de papel, saltó y… ¡zas! Capturó una con su patita. Todos aplaudieron.

"¡Bravo, Apolo!" - gritó Sofía.

Con cada ronda, Apolo se sentía más libre y confiado. A pesar de que algunos gatos eran más hábiles, él se dedicaba a disfrutar el juego y no rendirse. Al finalizar el torneo, cada uno de los participantes tenía su trofeo en forma de pluma, y Apolo no fue la excepción.

"Felicidades, Apolo! Eres un campeón!" - le dijo Sofía, abrazándolo con cariño.

Al final del día, no importó quién había atrapado más moscas. Lo que realmente importaba era la experiencia, la diversión y todo el amor que compartieron.

"Gracias por creer en mí, Sofía. ¡Cazar moscas es mucho más divertido con vos!" - maulló Apolo mientras se acurrucaba en su regazo.

Desde aquel día, Apolo siguió cazando moscas, pero ahora con un nuevo propósito y alegría, dispuesto a disfrutar cada momento y a recordar que lo más importante no es ganar, sino disfrutar de la aventura.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!