Apolo y el valor del cuidado animal


Juliana estaba muy emocionada porque hoy iba a visitar a su tía Griselda y jugar con Apolo, su caniche favorito. Se levantó temprano, se vistió y desayunó rápido para estar lista lo antes posible.

Cuando llegó a la casa de su tía, Apolo la recibió con ladridos de felicidad y moviendo la cola sin parar. Juliana le acarició el pelaje suave y le dio un beso en la nariz. -¡Hola Juliana! -dijo tía Griselda abrazándola-.

Hoy vamos a ir al shopping ¿te parece? -¡Sí, sí! -contestó Juliana emocionada-. ¿Puedo llevar a Apolo conmigo? -Por supuesto que sí -respondió tía Griselda sonriendo.

En el shopping, Juliana y Apolo se divirtieron mucho viendo las vidrieras y jugando en el parque de juegos. Después fueron a una heladería donde compartieron un riquísimo helado de chocolate. Mientras caminaban por la calle, Juliana notó algo extraño en Apolo. No estaba saltando ni ladrando como siempre hacía.

Estaba triste y cabizbajo. -Tita -dijo preocupada Juliana-, ¿está enfermo Apolo? No está feliz como siempre. -No sé qué pasa con él -dijo tía Griselda también preocupada-. Vamos a llevarlo al veterinario para ver qué tiene.

Después del examen médico, el veterinario les explicó que Apolo tenía una infección en los oídos que le causaba dolor e incomodidad.

Le recetaron unas gotitas y le dijeron a tía Griselda que debía limpiarle los oídos todos los días para prevenir futuras infecciones. Después de unos días, Apolo se recuperó y volvió a ser el perro feliz y juguetón que siempre había sido.

Juliana aprendió la importancia de estar atentos a las señales que nos dan nuestros amigos animals y cómo podemos ayudarlos cuando están enfermos. Desde ese día, cada vez que Juliana iba a visitar a su tía Griselda, llevaba un paquete de golosinas especiales para premiar a Apolo por ser tan valiente durante su visita al veterinario.

Y juntos siguieron disfrutando de sus aventuras en la plaza, el shopping y las heladerías, siempre atentos al bienestar del pequeño caniche.

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