Aprende a dominar tus emociones


Había una vez un niño llamado Marcos, que era muy alegre y divertido. Sin embargo, tenía un pequeño problema: le costaba mucho calmarse cuando se enojaba.

A veces, sus enfados eran tan grandes que decía que era imposible de conseguir la calma. Un día, Marcos estaba jugando con sus amigos en el parque cuando uno de ellos accidentalmente le pisó el pie. Marcos sintió mucho dolor y se enfadó muchísimo.

Comenzó a gritar y llorar sin control, diciendo que no podía calmarse. Sus amigos trataron de consolarlo, pero nada parecía funcionar. Fue entonces cuando apareció la abuela de Marcos, Doña Rosa.

Ella había escuchado todo el alboroto desde su casa y decidió ir a ver qué pasaba. Al ver a su nieto tan alterado, Doña Rosa se acercó lentamente y lo abrazó con ternura. Le dijo suavemente:"Marcos querido, sé que te sientes muy enojado ahora mismo, pero quiero enseñarte algo importante.

La calma siempre está dentro de ti; solo debes aprender a encontrarla. "Marcos miró confundido a su abuela mientras seguía sollozando. "¿Cómo puedo hacer eso?"- preguntó entre lágrimas.

Doña Rosa sonrió amorosamente y le respondió: "Hay muchas maneras de encontrar la calma interior, mi niño. Una forma es respirar profundamente varias veces para ayudar a tranquilizar tu cuerpo y mente".

Marcos hizo lo que le indicaba su abuela: cerró los ojos e inhaló profundamente por la nariz contando hasta tres; luego exhaló lentamente por la boca. Repitió este ejercicio varias veces y, poco a poco, sintió cómo su enfado comenzaba a disminuir. "¡Abuela! ¡Funciona!"- exclamó Marcos sorprendido. "Me siento mucho mejor ahora".

Doña Rosa sonrió y continuó explicándole: "La calma también se puede encontrar en cosas que te gustan hacer, como dibujar o escuchar música. Es importante que encuentres una actividad que te ayude a distraerte cuando estés muy enojado".

Marcos asintió con entusiasmo y prometió intentarlo la próxima vez que se sintiera tan enfadado. Los días pasaron y Marcos puso en práctica los consejos de su abuela cada vez que sentía que el enfado se apoderaba de él.

Poco a poco, fue aprendiendo a controlarse más rápido y a encontrar la calma interior. Un día, mientras jugaba fútbol con sus amigos nuevamente, un chico empujó accidentalmente a Marcos haciéndolo caer al suelo.

En lugar de perder el control como antes, Marcos cerró los ojos e hizo algunas respiraciones profundas. Cuando volvió abrir los ojos, pudo notar cómo su enfado había desaparecido casi por completo. "¡Wow! Funciona de verdad"- exclamó sorprendido.

Sus amigos lo miraron asombrados y le preguntaron qué había hecho para calmarse tan rápido. Marcos les explicó sobre las enseñanzas de su abuela y cómo había practicado para aprender a encontrar la calma interior.

Desde ese día, Marcos se convirtió en ejemplo para sus amigos cuando tenían problemas para calmarse. Les enseñó a respirar profundamente y a buscar actividades que les ayudaran a distraerse.

Y así, Marcos descubrió que la calma no era imposible de conseguir, sino algo que estaba dentro de él y que podía encontrar cuando lo necesitara. Aprendió a controlar sus enfados y se convirtió en un niño más tranquilo y feliz. Desde entonces, Marcos siempre recordó las palabras de su abuela: "La calma siempre está dentro de ti; solo debes aprender a encontrarla".

Y eso fue exactamente lo que hizo.

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