Aprender a convivir


En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza vivía un niño llamado Tomás. Tomás era un niño muy inquieto, siempre corriendo de un lado a otro y causando problemas en la escuela y en su vecindario.

Sus padres estaban preocupados porque a pesar de ser muy inteligente, Tomás no sabía convivir con los demás. Un día, mientras jugaba en el parque, conoció a un anciano sabio llamado Don Mateo.

Don Mateo le contó a Tomás una historia sobre un misterioso objeto perdido que solo podía ser encontrado por alguien que supiera convivir con los demás. Intrigado, Tomás decidió emprender la búsqueda del objeto perdido.

En su aventura, Tomás tuvo que aprender a escuchar a los demás, a ser paciente, a compartir y a pedir disculpas cuando se equivocaba. Poco a poco, fue haciendo amigos y mejorando su comportamiento.

Finalmente, después de superar varios desafíos, Tomás encontró el objeto perdido, que resultó ser un espejo mágico que reflejaba la amabilidad y el respeto. Al mirarse en el espejo, Tomás se dio cuenta de cuánto había aprendido sobre convivencia y decidió compartir su experiencia con los demás niños del pueblo.

A partir de ese día, Tomás se convirtió en un ejemplo de amistad y buen comportamiento, demostrando que todos podemos aprender a convivir si ponemos esfuerzo y corazón en ello.

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