Aprendiendo a compartir sonrisas



Era una soleada mañana en la escuela primaria del barrio. Todos los niños jugaban en el patio, riendo y corriendo felices. Pero en un rincón, estaba Tobi, un niño de su misma edad que parecía tener un aura oscura a su alrededor. Tobi no era un niño malo, pero algo pasaba dentro de él que lo hacía enojar con facilidad. A menudo, sus compañeros se apartaban cuando lo veían acercarse, pues temían que, en cualquier momento, Tobi se enojara y empezara a pegarles por nada.

Un día, mientras todos jugaban a la pelota, un niño llamado Lucas se le acercó a Tobi.

"Hola, Tobi. ¿Querés jugar con nosotros?" - le preguntó Lucas, sonriendo.

"¡No! No quiero jugar con nadie, dejame en paz!" - respondió Tobi, frunciendo el ceño.

Lucas, un poco desconcertado, retrocedió. Tobi, frustrado, lanzó una piedra al suelo y gritó.

"¿Por qué todos son tan molestos? ¡Siempre están riendo y jugando!" - gritó, pegándole a un árbol cercano, haciendo que algunas hojas cayeran al suelo.

Unos días después, la maestra organizó una excursión a un parque magnífico. Todos estaban emocionados, pero Tobi aún seguía con su mal humor.

Al llegar al parque, los niños comenzaron a explorar, pero Tobi se quedó aislado, observando desde lejos. A medida que los demás se divertían, él sentía que algo se acumulaba dentro de él, un calor que no podía ignorar. Ya no podía soportarlo más y decidió ir a buscar a su compañero más pequeño, Lucas.

"¡Eh! ¡Lucas!" - lo llamó él con voz dura.

"¿Sí, Tobi?" - respondió Lucas tímidamente, sin saber qué esperar.

"¡Te estoy diciendo que te alejes! No quiero que estés cerca de mí!" - dijo Tobi, peleándose con sus sensaciones de enojo.

Lucas, con una mirada triste, se dio la vuelta y se fue. Pero, justo cuando estaba por irse, escuchó la voz de la señorita Celeste, la maestra.

"Chicos, ¿quién quiere ayudarme a preparar una sorpresa para el regreso de los que se quedan en la escuela?" - los llamó la maestra.

Sin pensarlo, la mayoría corrió hacia ella. Incluida Lucas. Tobi, al ver que todos se unían a la actividad y lo dejaban solo, sintió una punzada de soledad.

Luego de un rato pensativo, decidió que debía actuar. Se acercó a la maestra.

"Señorita Celeste, ¿puedo ayudar?" - preguntó tímidamente.

La maestra sonrió ampliamente.

"¡Por supuesto, Tobi! Necesito que recojas algunas flores para decorar, ven, te ayudo con eso." - dijo, guiándolo hacia ellos.

Así fue como Tobi, al llegar al sector del parque donde estaban las flores, se encontró con Lucas, quien también estaba recogiendo. Tobi sintió un poco de nervios, pero decidió arriesgarse.

"Lucas, perdón... no quise ser tan brusco antes. ¿Te gustaría hacer esto juntos?" - le preguntó, buscando algo de conexión.

Lucas, sorprendido, lo miró por un momento, pero luego sonrió.

"¡Claro, Tobi! ¡Me encantaría!" - respondió, entusiasmado.

A partir de ese momento, comenzaron a recoger flores juntos. Mientras Tobi hablaba con Lucas sobre las diferentes formas y colores, empezó a sentir una chispa de alegría en su interior.

De repente, un grupo de niños llegó a su lado.

"¡Hola, Tobi! ¿Podemos jugar con ustedes?" - preguntó una niña llamada Sofía.

Tobi miró a Lucas, y sintió algo que jamás había sentido antes, incluso una garra de enojo, pero se sintió más fuerte que ese sentimiento.

"Sí, podemos compartir. A mí me gustan las flores rojas. ¿A ustedes?" - les contestó animado.

Los niños, sorprendidos, comenzaron a reír y a sonreír, participando todos juntos en la tarea de recolectar flores. Luego, armando ramos con esas flores, las llevaron a la maestra.

"¡Miren, señorita! ¡Las juntamos en equipo!" - gritó Lucas, mostrando su trabajo.

La señora Celeste los felicitó a todos por sus hermosos ramos, dejando muy felices a Tobi y sus nuevos amigos. Desde ese día, a Tobi ya no le costó tanto abrir su corazón, y comenzó a jugar con los demás sin miedos ni enojos.

Regresaron a clase juntos, riendo y jugando, y eso fue el inicio de una maravillosa amistad. Tobi había aprendido que en lugar de enojarse, podía compartir sonrisas y flores, y eso le trajo mucha más felicidad en su vida.

Así, Tobi entendió que juntos es mejor y que la amistad siempre triunfa sobre el enojo.

FIN.

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