Aprendiendo a Cuidar Juntas



Juana estaba muy emocionada por tener una nueva compañera en casa. Su perrita, Molly, era de raza pequeña y tenía un pelaje suave y brillante.

Pero desde el primer día que llegó a casa, Juana se dio cuenta de que Molly era muy traviesa. Una mañana, Juana despertó temprano para ir al colegio y se encontró con que Molly había destrozado uno de sus zapatos nuevos.

Juana estaba tan enojada que decidió dejar a Molly sola en casa todo el día. Al regresar del colegio, Juana encontró la casa hecha un desastre: los cojines del sofá estaban esparcidos por el suelo, las cortinas rasgadas y la comida tirada por todos lados.

Molly parecía haber estado jugando sin control durante todo el día. "¡Molly! ¿Qué has hecho?", exclamó Juana molesta. "Lo siento mucho, no quería hacerte daño", dijo la perrita con una mirada triste en sus ojos marrones.

Juana se sintió mal al ver a su perrita así. Se dio cuenta de que quizás había sido demasiado dura con ella. Decidió hablar con su mamá para buscar una solución. "Mamá, creo que he sido muy dura con Molly hoy", dijo Juana arrepentida.

"¿Por qué lo dices?", preguntó su mamá curiosa. Juana le contó sobre lo ocurrido durante el día y cómo había tratado mal a su perrita por ser tan traviesa. Su mamá escuchaba atentamente mientras acariciaba la cabeza de Molly.

"Juana, entiendo tu frustración, pero tienes que recordar que Molly es un cachorro y necesita mucha atención y cuidado", dijo su mamá con una sonrisa. Juana se dio cuenta de que tenía razón.

Decidió cambiar su actitud hacia Molly y comenzó a enseñarle cómo comportarse en casa. Le compró juguetes nuevos para mantenerla ocupada mientras ella estaba en el colegio y le dedicaba más tiempo cuando llegaba del colegio. Poco a poco, Molly comenzó a portarse mejor.

Juana notó que ya no destrozaba cosas ni hacía travesuras como antes. Se sentía orgullosa de ver cómo había logrado educar a su perrita.

Un día, mientras paseaban por el parque, Juana vio a otro cachorro haciendo travesuras y corriendo sin control. Sin dudarlo dos veces, se acercó al dueño del perro para ofrecerle algunos consejos sobre cómo educarlo. "Creo que puedo ayudarte con tu cachorro", dijo Juana amablemente. El dueño del perro aceptó encantado la ayuda de Juana.

Y así, gracias a lo aprendido con Molly, pudo ayudar a otros dueños de mascotas con problemas similares. Desde entonces, Juana se convirtió en una experta en el cuidado y educación de mascotas.

Siempre recordaba que la paciencia y la dedicación eran las claves para tener una relación saludable con ellas. Y así fue como Molly se convirtió en la perrita más querida del barrio gracias al amor y cuidado de su dueña.

FIN.

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