Aprendiendo a divertirse en equipo



Había una vez una familia muy trabajadora compuesta por cuatro miembros: los padres, Juan y Marta, y sus dos hijos, Tomás y Sofía.

Además, en la casa vivían dos estudiantes escolares que eran amigos de los niños de la familia. Un día, los padres tuvieron que salir a trabajar temprano por la mañana y no regresarían hasta tarde en la noche. Los niños debían ir a la escuela, pero las clases habían sido canceladas debido al mal tiempo.

"¿Qué haremos todo el día si no podemos salir?", preguntó Sofía con preocupación. "No te preocupes", respondió Tomás con confianza. "Podemos hacer muchas cosas divertidas aquí en casa".

Los cuatro niños comenzaron a pensar juntos en cómo podrían pasar el día sin aburrirse. Decidieron empezar por desayunar todos juntos y luego limpiar toda la casa para dejarla reluciente.

Después de eso, decidieron jugar algunos juegos de mesa e incluso crearon un torneo para ver quién era el mejor jugador. También hicieron manualidades con papel y pintura para decorar su habitación. Pero cuando llegó el momento del almuerzo, se dieron cuenta de que no había comida suficiente para todos ellos.

"¡Oh no! ¿Cómo vamos a conseguir más comida si mamá y papá no están aquí?", exclamó Marta con preocupación. Fue entonces cuando Tomás tuvo una gran idea: podían cocinar ellos mismos. Todos aceptaron emocionados y comenzaron a buscar recetas fáciles en internet.

Juntos prepararon un delicioso almuerzo de pasta con salsa casera hecha desde cero. Fue tan bueno que incluso guardaron sobras para cuando los padres llegaran a casa.

Mientras esperaban, decidieron ver una película juntos y se acurrucaron en el sofá bajo mantas cálidas. Pero justo cuando la película estaba por terminar, se cortó la luz en toda la casa. "¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora?", preguntó Sofía con temor. "No te preocupes", dijo Juan tranquilamente.

"Tenemos velas y linternas para iluminarnos". Así que encendieron las velas y continuaron hablando y jugando juegos de mesa hasta que finalmente los padres regresaron a casa.

Al ver todo lo que habían logrado hacer solos, los padres estaban muy orgullosos de sus hijos y amigos. Se dieron cuenta de lo responsables e independientes que podían ser si trabajaban juntos como equipo.

Desde ese día en adelante, cada vez que se quedaban solos en casa, sabían exactamente qué hacer para pasar un día divertido y productivo juntos. Y siempre recordaron el día en que aprendieron a cocinar su propia comida sin ayuda.

FIN.

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