Aprendiendo a levantar la mano
Había una vez un niño llamado Jano que asistía a la escuela primaria. A Jano le gustaba mucho aprender, pero había algo que lo hacía sentir incómodo: levantar la mano en clase.
Cada vez que la maestra hacía una pregunta, Jano sabía la respuesta, pero por alguna razón no podía levantar su mano para responder. Sentía vergüenza y miedo de hacerlo mal frente a sus compañeros.
Un día, durante el recreo, Jano se sentó bajo un árbol y se puso a pensar en su problema. Fue entonces cuando apareció una pequeña mariquita llamada Lola. "¿Qué te pasa, Jano? Pareces triste", dijo Lola.
"Es que me da vergüenza levantar la mano en clase", respondió Jano con tristeza. Lola se acercó a él y le dijo: "No tienes por qué tener vergüenza. Todos cometemos errores de vez en cuando. Lo importante es intentarlo".
Jano pensó en las palabras de Lola y decidió ponerlas en práctica al día siguiente. Cuando llegó el momento de levantar su mano para responder una pregunta, sintió el miedo nuevamente, pero recordó las palabras de Lola y decidió intentarlo sin importar el resultado.
Para sorpresa de todos sus compañeros, Jano respondió correctamente la pregunta. La maestra lo felicitó y todos aplaudieron emocionados por él. Desde ese día en adelante, Jano dejó atrás su vergüenza y comenzó a participar más activamente en clase.
Incluso comenzó a ayudar a otros estudiantes con sus tareas escolares cuando veían que estaban teniendo dificultades.
Lola y Jano se hicieron buenos amigos, y ella lo visitaba a menudo en el recreo para recordarle que no tenía nada que temer cuando quería participar en clase. Jano aprendió una gran lección: que no hay nada de malo en cometer errores, y que lo importante es tener la valentía de intentarlo. Y así fue como se convirtió en un estudiante más seguro, confiado y feliz.
FIN.