Aprendiendo a ser seguros en la ciudad



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, una pequeña polilla llamada Polypili. A diferencia de las demás polillas, a Polypili le encantaba el día y salir a explorar cuando salía el sol.

Un día, mientras volaba por las calles de la ciudad, se encontró con un simpático niño llamado Facu. Facu siempre iba corriendo al colegio sin prestar atención a su alrededor.

No miraba antes de cruzar la calle, no esperaba en los semáforos y caminaba por la calle en lugar de por las aceras. Polypili se dio cuenta de que Facu corría peligro al no respetar las normas viales y decidió ayudarlo.

Un día, mientras Facu se apuraba para llegar a tiempo al colegio, Polypili se posó en su hombro y le dijo: "¡Hola Facu! Soy Polypili, tu amiga polilla. He notado que no prestas atención cuando cruzas la calle. Quiero enseñarte cómo hacerlo de forma segura".

Facu quedó sorprendido al escuchar hablar a una polilla, pero decidió escuchar sus consejos. Desde ese día, Polypili acompañaba a Facu todas las mañanas camino al colegio.

Le enseñó a mirar antes de cruzar el paso peatonal, a esperar en los semáforos hasta que estuvieran verdes y a caminar siempre por las aceras. Los días pasaron y Facu fue mejorando cada vez más en seguir las reglas viales gracias a los consejos de Polypili.

Un día, mientras caminaban juntos hacia el colegio, un gato negro se cruzó en su camino causando que Facu diera un paso atrás asustado. "Tranquilo Facu", dijo Polypili con calma. "Recuerda lo que te he enseñado: mantener la calma y buscar una solución".

Facu recordó las palabras de su amiga polilla y decidió rodear al gato negro manteniendo la distancia necesaria para evitar cualquier problema. Al llegar al colegio, Facu estaba emocionado por haber superado ese desafío gracias a lo aprendido junto a Polypili.

Agradeció enormemente su ayuda y prometió seguir practicando todo lo aprendido para ser un niño más seguro en el tráfico.

Desde ese día, Facu siguió aplicando todas las enseñanzas de Polypili no solo en el camino al colegio sino también cuando salía a jugar o pasear con su familia. Y así, juntos demostraron que con paciencia y dedicación era posible aprender hábitos seguros para cuidarnos unos a otros en la ciudad.

Y colorín colorado este cuento educativo sobre seguridad vial ha terminado ¡Hasta pronto!

FIN.

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