aprendiendo a superar la vergüenza



En lo más profundo de la Antártida, vivía un grupo de simpáticos pingüinos que pasaban sus días nadando en el frío agüita y jugando entre icebergs. Entre ellos se encontraba Pingu, un pequeño pingüino algo tímido que siempre se sonrojaba de vergüenza cuando tenía que hablar en público. Cada vez que intentaba decir algo, su plumaje se volvía de un rojo intenso y no podía articular palabra. Sus amigos, al darse cuenta de su problema, decidieron buscar una solución para ayudarlo.

Un día, una cigüeña llamada Cigüi, de visita en la Antártida, se enteró del dilema de Pingu y se acercó a ofrecerle su ayuda. "¡Hola, pequeño Pingu! He oído que tienes problemas con la vergüenza. Yo solía tener el mismo problema, pero aprendí a superarlo. ¿Te gustaría que te enseñara cómo?", dijo Cigüi con una sonrisa. "¡Oh, sí, por favor! No quiero seguir sintiéndome así cada vez que tengo que hablar en público", respondió Pingu emocionado.

Así comenzaron las lecciones de Cigüi. Le enseñó a Pingu que la confianza en uno mismo es la clave para superar la vergüenza. Le mostró ejercicios para aumentar su autoestima y le dijo que practicar frente al espejo le ayudaría a sentirse más seguro. Pingu se esforzó y siguió al pie de la letra los consejos de la cigüeña.

Poco a poco, Pingu comenzó a notar cambios en su actitud. Ya no se ruborizaba tanto al hablar en público y sus palabras salían con más facilidad. Sus amigos lo felicitaban por sus avances, lo que le daba aún más confianza. Finalmente, llegó el día en que Pingu tuvo que dar un discurso ante todos los pingüinos de la Antártida. Aunque al principio sintió un poco de agüita en su pico, recordó todo lo que había aprendido y logró hablar con seguridad y sin rastro de vergüenza. Su plumaje permaneció negro como la noche, demostrando que había superado su miedo. Todos los pingüinos lo aplaudieron emocionados.

Desde ese día, Pingu se convirtió en un ejemplo para los demás pingüinos que también enfrentaban la vergüenza. Les enseñó todo lo que había aprendido con Cigüi y juntos practicaban para vencer sus miedos. La cigüeña, feliz de haber ayudado a su nuevo amigo, decidió quedarse un tiempo en la Antártida para seguir enseñando a los pingüinos a superar sus inseguridades. Con el tiempo, la vergüenza se convirtió en cosa del pasado y la confianza reinó en la Antártida, demostrando que con esfuerzo y apoyo, todos podemos superar nuestros miedos.

FIN.

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