Aprendiendo a Volar



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Nubes claras, un niño llamado Tomi que tenía un sueño: ¡quería aprender a volar! Desde muy pequeño, Tomi pasaba horas observando a los pájaros en el cielo, soñando con ser uno de ellos.

Un día, mientras tomaba su habitual paseo por el parque, se encontró con una anciana llamada Doña Elena, que estaba sentada en un banco leyendo un libro. Ella notó la mirada soñadora de Tomi y le preguntó:

"¿Qué te tiene tan pensativo, niño?"

"Quiero volar, Doña Elena. Quiero sentir el viento en mi rostro y ver el mundo desde arriba."

"Eso suena maravilloso, Tomi. Pero volar no es solo cuestión de desearlo, hay que aprender a hacerlo. ¿Has pensado en cómo lograrlo?"

Tomi se quedó pensando. No tenía idea de por dónde empezar. Así que esa tarde, le comentó a su mejor amigo, Lucas, su deseo de volar.

"¿Qué tal si construimos unas alas, como en las películas?" sugirió Lucas con entusiasmo.

"¡Sí! Pero... ¿cómo las hacemos?"

"Podemos usar cartones y cinta adhesiva. ¡Vamos a intentarlo!"

Esa misma tarde, los dos amigos se pusieron a trabajar en un diseño. Reunieron cartones, cañas de pescar y, después de mucho esfuerzo, lograron armar unas alas bastante grandes. Luego, subieron a un árbol bajo, que era lo más alto que tenían en su pequeño pueblo.

"Esto va a funcionar, tengo una buena sensación," dijo Tomi, con una mezcla de emoción y nerviosismo.

"Claro que sí, ¡a la cuenta de tres!" respondió Lucas.

Contaron hasta tres y, con mucha valentía, Tomi se lanzó del árbol... ¡pero en lugar de volar, cayó al suelo con un plop!"¡Ay!" exclamó, mientras se levantaba lleno de tierra.

"Eso no funcionó, pero no voy a rendirme," se animó Tomi.

La semana siguiente, decidieron pedir consejo a un experto. En su pueblo vivía un hombre llamado Don Manuel, que había sido piloto y tenía un viejo aeroplano en su garage. Se acercaron a Don Manuel y le explicaron su sueño.

"¿Quieren volar, eh?" rió Don Manuel.

"Sí, pero no sabemos cómo hacerlo. ¿Podrías ayudarnos?"

"Claro, pero primero deben entender la importancia de aprender a volar de manera segura. ¿Quieren que les muestre el aeroplano?"

Los ojos de los chicos brillaron mientras Don Manuel los llevó a su garage. El aeroplano era rojo y brillante, con una hélice que giraba cuando se la encendía. Mientras les explicaba cómo funcionaba, Tomi y Lucas escuchaban atentamente.

"Voler no es solo levantarse del suelo. Hay que entender el viento, la dirección y cómo controlar el aparato," dijo Don Manuel.

"¿Podemos aprender?" preguntó Tomi.

"¡Por supuesto! Pero requiere dedicación y práctica. ¿Están listos para trabajar duro?"

Los chicos asintieron con firmeza. Así que, durante las siguientes semanas, comenzaron a aprender. Estudaron sobre aerodinámica, practicaron con simuladores de vuelo y ayudaron a Don Manuel a reparar su aeroplano.

"¡Esto es muy divertido!" exclamó Lucas, mientras ajustaban los controles.

"Por fin entiendo cómo vuela un avión," dijo Tomi emocionado.

Pasaron los meses, y el gran día llegó. Don Manuel les dijo que estaban listos para su primer vuelo.

"Pero primero, tienen que prometerme que seguirán mis instrucciones al pie de la letra," advirtió.

"¡Lo prometemos!" gritaron al unísono.

Así, subieron al aeroplano con los corazones latiendo a mil por hora. El motor rugió y comenzaron a despegar. Tomi miró por la ventana y vio su pueblo volverse pequeño.

"¡Mirá, Lucas! ¡Estamos volando!"

"¡Sí! ¡Esto es increíble!"

Disfrutaron del vuelo, aprendiendo a maniobrar lo que habían estado estudiando. Sin embargo, de repente, una ráfaga de viento descontroló el vuelo.

"¿Qué hacemos?" gritó Tomi, asustado.

"¡Recordá lo que aprendimos! Necesitamos mantener la calma y ajustar el timón!"

Tomi siguió el consejo de su amigo y, aunque temblando, aplicó lo que Don Manuel les había enseñado. Con esfuerzo, lograron estabilizar el avión y vuelven a tener control.

"¡Lo hicimos! ¡Volamos! ¡Y no solo eso, lo hicimos con seguridad!"

"Esto es solo el comienzo, amigo. ¡Podemos volar juntos más a menudo!"

Al aterrizar, Don Manuel les sonrió con orgullo.

"Ustedes aprendieron que volar no es solo un sueño, sino un logro que se consigue con esfuerzo y dedicación. Recuerden esto: nunca paren de aprender."

"¡Gracias, Don Manuel!" dijeron Tomi y Lucas al unísono, con grandes sonrisas.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!